Del transporte no me quejo porque de aquí salió para mantener a mi familia, afirma operador de ruta.
Carlos Favela afirmó que ser operador del transporte público es una labor cansada porque diariamente dedica más de 14 horas al volante; sin embargo, dijo que no se queja porque gracias a este oficio logró construir su casa y dar estudios a sus seis hijos.
Aunque dos de sus hijos estudiaron hasta el bachillerato y luego buscaron trabajo como choferes, indicó que está orgulloso de los seis –dos mujeres y cuatro varones–: uno es abogado y el otro, técnico en electricidad, y sus hijas son ingenieras en Química Industrial.
“Me siento muy bien. A pesar de que no tuve una profesión, el transporte me ha dado para sacar a mi familia adelante. Mis hijos son buenos ciudadanos, a todos les di escuela y el que quiso estudió y el que no, aprendió un oficio y se puso a trabajar. Pero todos son independientes y yo trabajo para mí porque a mis 63 años todavía me siento fuerte”.
En 1986 empezó a trabajar como operador en la Ruta 1, luego de que –recordó– el gobierno de Lauro Ortega entregó concesiones. A decir del entrevistado, en ese tiempo obtenía mejores ingresos, pero con el paso del tiempo disminuyó la demanda en el servicio y su situación económica empeoró con el sismo del 19 de septiembre de 2017 y luego con la pandemia de covid-19.
Durante los primeros meses de la crisis sanitaria sus ingresos cayeron al grado de que con mucho esfuerzo reunía el dinero para el combustible de la unidad y para sus alimentos.
“La pandemia fue una situación difícil porque mi esposa se contagió y murió. Aquí en el trabajo a veces sólo me llevaba 100 pesos, no salía ni para el mantenimiento del camión”.
De su actividad diaria se quejó por la invasión del comercio ambulante en las banquetas designadas para ascenso y descenso de pasajeros, pues señaló que al estar obstruidas tiene que dejar al usuario a media calle o unas cuadras adelante, lo que les genera molestia.