Hace diez años Eduardo Reyes Castillo incursionó en el transporte público con la esperanza de que algún día se convertiría en su propio jefe, algo que logró hace año y medio, cuando dejó su trabajo de checador, luego de que tuvo la oportunidad de ser permisionario en la Ruta 2.
Gracias a Dios -indicó- cumplió este sueño; sin embargo, dijo que ha podido comprobar que es una gran responsabilidad y aunque no entrega una cuenta -como los demás operadores- tiene que ahorrar dinero para el mantenimiento del vehículo.
“He estado como checador y también como operador. Aunque como checador es menos responsabilidad, mi meta era ser mi propio jefe y gracias a Dios aquí estoy; me gusta este trabajo, pero es mucha responsabilidad porque llevamos vidas”.
Refirió que como checador solo se encargaba de registrar el tiempo de diferencia que llevan los operadores y como chofer es más responsabilidad, porque nunca falta el pasajero que está de mal humor y quienes viajan sin pagar.
Para desempeñar mejor su actividad tomó dos cursos de capacitación, uno sobre el manejo a la defensiva y el otro sobre el trato al pasajero y señalización.
Para él, el trabajo más difícil es tratar a la gente, porque no todos abordan la unidad de buen humor, pero dijo que afortunadamente no ha recibido groserías ni malos comentarios por su labor.
“Hay quienes se suben y no pagan. La semana pasada me abordó un muchacho en Ciudad Chapultepec y se bajó en la secundaria 1, pero no traía cambio y le dije ‘mejor ahorita que te bajes me pagas’ para que no vayan a decir que me quedé con su cambio, y cuando vi se bajó entre la bola y ni para chiflarle porque ya iba lejos”.