Aunque Ángel terminó sus estudios de nivel medio superior, se le dificultó encontrar un empleo formal y por eso, desde hace diez años, trabaja como operador del transporte público.

El entrevistado reconoció que ser chofer es una labor cansada y estresante, pues todos los días se levanta a las cuatro de la mañana y su jornada termina alrededor de las diez de la noche; sin embargo, se mantiene en este oficio porque obtiene buenos ingresos.

“Es mucha fatiga estar sentado todo el día y levantarse a las cuatro de la mañana, y a veces sin descansar. Además, tenemos que lidiar con el tráfico y el mal humor de las personas. A veces uno viene contento y nos hacen enojar”.

Dijo que al concluir el bachillerato buscó empleo en diferentes empresas, pero al no encontrar aceptó la invitación de un amigo para trabajar en el transporte público.

A decir del trabajador del volante, a la fecha no ha recibido quejas sobre su trabajo, aunque sí hay pasajeros que están de mal humor y pretenden desquitarse con él.

“Sigo aquí porque es lo único que sé hacer. No he trabajado en otros lugares y aunque tengo la escuela no he encontrado otro trabajo. Aquí trato de llevármela tranquilo y no estresarme ni siquiera con los descuentos de los adultos mayores, porque de todos modos los tengo que respetar”.

De acuerdo con el entrevistado, diariamente más de 30 personas con credencial del Inapam abordan la unidad que conduce, lo que significa que él absorbe la mitad del costo del pasaje de esas personas.