Un viejo adagio periodístico dicta que “La memoria no es un instrumento de trabajo”, debido a que el oficio obliga a buscar la objetividad. Los periodistas, cronistas, incluso los historiadores se basan en hechos llamados reales, que sabemos lo son debido a su condición de comprobables, replicables, experimentables, justificables u otros -ables. Digamos: hechos y no palabras, eso buscan los profesionales de la información (según).
Pero, ¿por qué así? Es sencillo: el ser humano cree en algo llamado realidad, más precisamente en la realidad real, en la vida real, en la verdadera vida real, en la realidad de la vida … Terrible tenacidad de autoengaño y simulación, por supuesto. No es que no existan fenómenos en la vida que apreciamos (la vida contingente, la fenomenología humana, ya sabes), sino que, más que una realidad, es claro que hay varias realidades, quizás infinitas, porque la vida es más una experiencia personal que un devenir global.
De otro modo: cada quien percibe las cosas según su enfoque, su contexto, su cultura, lo limpio o sucio de sus lentes, sus carencias y prejuicios. Ardua labor del periodista la de intentar colmar las páginas de su medio con eficientes gotas de realidad pura. Es un oficio de sombras, imprecisiones y variedades, pero no es culpa del periodista, sino de la realidad misma: nadie puede percibirla de forma omnisciente, universal, 100% probada y sir error.
Lo que los medios dan a los escuchas o lectores siempre será una mirada parcial de la realidad. Por eso mismo, se inventaron los reportajes, para tratar de contemplar más versiones de un mismo hecho; esto ha ayudado a desmentir o precisar muchas notas previas sobre acontecimientos que quizás en su momento se consideraron incuestionables, pero que a la luz de las nuevas evidencias se replantearon como falibles, cuando menos perfectibles.
Mis respetos a los periodistas que buscan, con su trabajo, dar luz al mundo, claridad al día, belleza a la crudeza, ritmo a la lectura, color local a sus conciudadanos. Su función social no ha terminado, no cejen en sus empeños ni renuncien a sus sueños.
Mientras tanto, en el Salón de la Justicia Literaria… Aquí la siguiente aclaración: los escritores sí trabajamos con la memoria, pero no nos engañamos (espero), pues cada quien tiene su propia memoria, no hay una única memoria colectiva. Además, yo como artista, sé que mis recuerdos se han deformado con el tiempo. La memoria no es una cosa inamovible, algo perfecto ni un estado de certeza, es solo una bella herramienta que nos ayuda a pensar y a crear.
La memoria tiene asegunes, desatinos, imprecisiones y cambios. Exempli gratia:
- a) poco recuerdo de muchos momentos de mi infancia, algunas imágenes son nítidas, otras borrosas, algunas ni las recuerdo y solo llego a ellas gracias a la memoria de otros que me rodean, como mis hermanos;
- b) asimismo, a mis 44 años sé que mi memoria varía, que ya recuerdo más del pasado lejano y del inmediato, pero que mi memoria a mediano plazo a veces yerra;
- c) del mismo modo, asumo que algunos de los recuerdos alojados en mi memoria interna son una combinación perversa de hechos que sí ocurrieron, más anhelos de aquel momento y deformaciones del hoy, una locura;
- d) por último —y no menos importante—, mi memoria es inalienable, personalísima, individual e intransferible, es decir, que, a pesar de que yo pueda compartirte con palabras o dibujos lo que yo veo en mi mente al recordar, nunca recibirás una copia fiel de lo que yo he memorizado, sino que a tu mente llegará una imagen, en el mejor de los casos, cercana a la mía, pero nunca de los nuncas idéntica. ¿Me explico?
Recordar es el verbo útil para la memoria. La memoria es solo un gran almacenaje, con millones de recuerdos guardados, aunque inerte, quizá. Se recuerda de muchas formas, la mayoría de las veces involuntariamente. Por su parte, evocar es el acto volitivo de recordar. La línea del tiempo podría ser así: vivir, percibir, memorizar, recordar, quizás evocar.
Recordar es volver a vivir o volver a gozar, sufrir, bailar, sudar, amar. Escribir mis memorias (vastas hasta ahora) es un ejercicio más ficticio que científico, pero es mi decisión hacerlo. Para los escritores, la memoria sí es un instrumento de trabajo y punto. Gracias.
#danielzetinaescritor #unescritorenproblemas #literaturaymemoria