El concepto, hacer ciudad, tiene muchas definiciones. Sus comienzos provienen de términos simples como ¿qué es una ciudad? o mejor dicho ¿qué hace a una ciudad? O’Sullivan, en su texto “Economía Urbana” (2009), nos dice que una ciudad es “un área geográfica que contiene un gran número de personas en un área relativamente pequeña”. En diferentes palabras, es a lo que en urbanismo llamamos densidad, pero a su vez hay muchas interrogantes sobre esta última definición, porque la definición parece sencilla, una ciudad es mucha gente en poco espacio, pero ¿qué tanto es mucha gente? O quien define ¿qué tan poco es un espacio?

La ciudad no se puede definir con un término académico que surgió en alguna importante universidad de arquitectura y urbanismo. La ciudad tiene su propia forma de pensar y ver las cosas. Un ejemplo es el poema de Octavio Paz llamado Hablo de la ciudad. He tomado un fragmento del libro habla ciudad de la editorial arquine en el que describen el significado que Octavio Paz escribió y es el siguiente… a la ciudad como novedad de hoy y ruina de pasado mañana, como algo que todos soñamos que cambia sin cesar mientras soñamos, que nos inventa y nos olvida.

El autor anterior no se refiere al “habla” como nosotros lo conocemos, es decir una lengua de comunicación, si el “habla” lo cambiáramos por “lógica” tendría más sentido porque la ciudad se comunica a partir de señales e inscripciones, códigos, normativas, historias, tradiciones y costumbres. La ciudad tiene su lógica de organización espacial y social. Las leyes que a ella lo conforman responde siempre a situaciones de su contexto, clima y gente y es esa lógica en cómo la ciudad se puede comunicar (Alejandro Hernández, 2014).

Nos comentaba León Battista Alberti que la ciudad es como una casa grande y en lo contrario pensaba a la casa como una ciudad pequeña, y no es una mala analogía lo que decía el autor. A mi parecer, sintetizar los intensos conceptos que se viven en la ciudad, a resumirlos a una casa, nos permite entender de manera casi lúdica qué es una ciudad y cómo se compone. Otro concepto interesante lo dijo el filósofo francés Gilles Deleuze: la ciudad no se trata de una cuestión de grado, de acumulación de casas y personas sino de naturaleza: no es algo a medirse en cantidades extensivas sino intensivas.

En lo particular, el término que definió Deleuze me hace mucho más ruido que otras definiciones más complejas o académicas que se puedan leer en los diferentes estudios profesionales. Si solo nos centramos en la palabra “intensivas” podemos entender que la ciudad es una acción de actividades, de usos, de discusiones, de desacuerdos, de romper reglas, de obscenidades, de esfuerzos, de violencias, pero también de amor y gratitud. Estas acciones se viven gracias a la gente, la ciudad no tiene esa lógica antes mencionada si las personas no votamos por el rumbo que queremos tener de ciudad. Las personas damos sentido a todo lo que nos rodea en nuestra ciudad, por ejemplo: una cafetería, una estación del metro, una plaza que es más usada para la expresión que para el disfrute, una escuela, una calle peatonal, una vialidad, un parque, una tiendita, una casa, una oficina, un museo.

La urbe se hace a partir de la gente y no de los profesionales que nos dedicamos a su estudio.

Pero, también hacer ciudad es exigir el lugar que queremos, es el derecho a tener una identidad como sociedad, pero sobre todo como ciudad y me refiero a la escala barrial, al pequeño conjunto, a ese lugar donde suceden las actividades diarias; ese espacio que nos define quienes somos y que labor hacemos por tener un mejor lugar.

Respondiendo ¿quiénes hacemos ciudad? ¡todos hacemos ciudad!