Hace ocho años, Armando Flores se jubiló después de trabajar varios años como contador público.
Dijo que intentó descansar en su casa, sin embargo, la costumbre de la actividad diaria no lo dejó y entonces empezó a trabajar como chofer de taxi.
Actualmente -refiere Armando- el taxi es su pasatiempo, pero en 1982 gracias a este oficio logró estudiar una carrera profesional.
“Empecé en el transporte por 1982 con un amigo que manejaba el taxi y me daba trabajo; me gustó y poco a poco me fui metiendo de lleno en este oficio, mientras estaba en la escuela, pero cuando terminé los estudios dejé el taxi para empezar a trabajar en lo de mi carrera”.
Años después retomó su actividad en el transporte, pues tiene la creencia de que si se queda en su casa es probable que enferme de depresión.
Gracias a la pensión que recibe por sus años de trabajo en el servicio público, Armando trabaja de diez de la mañana a cinco de la tarde y no tiene la preocupación de reunir una cierta cantidad de dinero al día, como sus demás colegas.
Comentó que en ocasiones realiza hasta 30 servicios al día, aunque a veces con mucho esfuerzo logra hacer unos diez.
“Me gusta trabajar y vi la necesidad de estar activo. No soy de las personas que dicen ‘ya me voy a jubilar y me voy a mi casa a descansar’, me quiero mantener activo, porque siento que de esa manera estoy bien y, además, me gusta el volante”.
Además, indicó, actualmente sólo trabaja para los gastos de su casa, pues sus hijos son profesionistas y cada uno gana su propio dinero.