Julián dejó la escuela desde los 17 años.
Julián Torres afirma que le gusta ser chofer del transporte público, sin embargo, lamenta que por estar en la informalidad no tiene derecho a prestaciones de ley ni seguro social, por lo que si él o alguien de su familia se enferma los gastos médicos corren por su cuenta.
“No me gustó el estudio y desde que tenía 17 años empecé a trabajar para poder comprar mis cosas. Después me junté y formé mi propia familia. A veces digo ‘hubiera estudiado’ y buscar otro trabajo, pero también me gusta el volante y ya me acostumbré a esto”.
Dijo que afortunadamente su padrón es comprensible y cuando se enferma lo apoya por lo menos con la mitad de los gastos, aunque tiene conocimiento de que varios de sus colegas no reciben ningún apoyo económico.
De su actividad diaria, comentó que ha vivido muchas anécdotas, como agradecimientos, quejas y hasta asaltos, pero se queda con las historias positivas porque “de por sí ser chofer es una labor estresante”.
“Es cansado como cualquier trabajo, pero no me arrepiento porque de aquí pude sacar adelante a mi familia y ahorita gracias a Dios mis hijos crecieron y sólo trabajo para los gastos de la casa”.
Aunque aseguró que cada día disminuye la demanda en el servicio de transporte y en ocasiones con mucho esfuerzo reúne el dinero para el combustible, dijo que seguirá al volante hasta que el cuerpo aguante, pues es su única fuente de ingresos.