Ernesto ha sufrido asaltos, y por ello toma precauciones.
El último servicio de transporte que realiza Ernesto es a las siete de la noche, pero no por falta de clientes, sino por seguridad.
Desde hace cinco años recorre las calles de varios municipios, a bordo de un taxi, en busca de clientes, y señaló que todos los días se esfuerza para no llegar a su casa con las manos vacías, pues tiene una familia que mantener.
Por seguridad, dijo, su jornada laboral empieza a las seis de la mañana y termina entre seis y siete de la noche, pues ha sido víctima de la delincuencia en tres ocasiones.
La primera vez los amantes de lo ajeno lo asaltaron en Atlacomulco. La segunda vez en la colonia La Joya, en Yautepec, y la tercera en el puente de Tabachines. En el último asalto lo despojaron del vehículo, el cual no recuperó.
Por esas malas experiencias, Ernesto, evita prestar el servicio de transporte a personas que viven en colonias como Antonio Barona, Lagunilla, Carolina y Altavista. Además niega los viajes a grupos de varones, porque sospecha que tienen otras intenciones.
Ernesto tiene 59 años y desde el 2019 labora como chofer de taxi, ya que lamentó que por su edad le ha sido difícil encontrar un trabajo formal.
Aunque varios de sus colegas se han quejado por la competencia de las plataformas que prestan el servicio de manera privada como Uber y Didi, el entrevistado afirmó que no le afecta y sus ingresos son los mismos de hace cinco años.