César agradece que su trabajo en el transporte le ha permitido dar estudios a sus hijos
César reconoce que ser chofer del transporte público es una tarea difícil, no sólo por las largas jornadas que labora diariamente, sino porque en ocasiones con mucho esfuerzo reúne el dinero para el combustible del vehículo.
Sin embargo, afirmó que no ha pensado dejar el volante porque gracias a este oficio ha logrado mantener a su familia y sus hijos pueden continuar con sus estudios, lo que él no pudo hacer.
“Es un trabajo bonito, pero a veces es poco el dinero que se lleva uno. Hay días en los que tengo que poner dinero para el diésel, en lugar de venir a ganar, uno sale pagando, pero aquí seguimos porque también hay días buenos”.
Dijo que antes de cumplir la mayoría de edad empezó a trabajar en un taller mecánico, donde le nació el gusto por el volante, por lo que al cumplir 19 años aprendió a manejar y a los pocos meses buscó trabajo en una organización de transporte, pues sentía la obligación de ayudar a sus papás con los gastos de la casa.
“Ser chofer es difícil, estresante y desgastante físicamente, pero también tiene sus cosas buenas, como el compañerismo y el ambiente que se vive en la Ruta; es bonito porque se comparten muchas cosas y entre nosotros nos desahogamos, aunque a veces también es pesado”.
De su actividad diaria comentó que gracias a las capacitaciones que ha recibido sobre el manejo a la defensiva y señalización, no ha sufrido accidentes viales fuertes.