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Herramientas. Sueños


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Soñar es una herramienta para mi creación literaria. También para la vida. Hay un viejo dicho: “Déjaselo a la almohada”, en referencia a algún lío mental que uno tenga. Hay otros: “Mañana será otro día”. Igual hay aforismos interesantes, como “La esperanza está en los sueños, en la imaginación y en el coraje de quienes se atreven a hacerlos realidad”, de Jonas Salk.

La palabra sueños, como término, implica, cuando menos, dos definiciones. La primera tiene que ver con dormir y soñar (la actividad onírica); la segunda está relacionada con el anhelo. Haré dicha distinción, pero advierto que ambos enfoques son válidos para el primer párrafo de este texto.

Sueño, ergo, existo. Existo, ergo, sueño. Toda la vida he sido un onironauta y también un soñador. Soy un hombre de 44 años, en pleno uso de mis facultades creativas y espirituales, que sueña de noche y que sueña de día. Sueño dormido, sueño despierto.

Una canción de El Gran Silencio dice: “Duerme soñando, con tus ojos tan plenos despiertos, con tu corazón lleno y radiante, alucinante, tan lleno de amor”. Una de mis canciones favoritas, por su ritmo y significado.

Desde la más lejana antigüedad el ser humano ha tratado los sueños como un tema importante; místicos, sabios, metafísicos, magos, científicos, psicólogos y otros estudiosos se han tomado el tiempo para ahondar en tan apasionante tema.

Por ejemplo, Sigmund Freud, teórico del psicoanálisis, creador de la teoría del inconsciente, se ocupó en la medida de sus posibilidades, de su estudio. Quizás más interesante es el punto de vista de Jung, pero eso es cosa de debate.

Calderón de la Barca, en su famosa pieza teatral La vida es sueño, mediante el monólogo de Segismundo, el protagonista, filosofa así: “Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/ sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende”. Sublime, ¿verdad?

Desde mis más añejos recuerdos hay sueños que recuerdo (y recuerdos que sueño, claro está); es decir, que los sueños (sean lo que ellos sean) son parte de mi realidad, porque, aunque ignore lo que son o lo que signifiquen, los sueños han existido en mi experiencia vital, me han colmado incluso.

Todo tipo de experiencias oníricas han concurrido en mi devenir (ya he contado en otras columnas), lo que ha sido, entiendo, una gran experiencia vital (aunque inconsciente). Dormir es un acto importante, pero soñar es la cúspide del descanso. Dormir no implica soñar (ni viceversa), porque hay quien por más que duerma no sueña (como soñar no implica dormir).

El dormir no obliga al sueño, insisto, como tampoco representa descanso. Gracias a Lilit, yo duermo, descanso y sueño desde hace mucho tiempo. De niño era más impresionante soñar, pero cuando establecí el sueño (los sueños) como parte de un fenómeno real (el soñar, no los sueños en sí ni su significado o utilidad), que he vivido en mi ya larga vida.

Soñar ha sido algo interesante en mi trayecto vital; aunque a veces fue inquietante soñar o representó angustia o espanto, hoy lo aprecio y lo agradezco, porque, por extraño que parezca, lo he disfrutado y mucho he aprendido de dicho ámbito (el del soñar).

Algo que tengo pendiente, sin duda, es ahondar más en la interpretación de los sueños (la hermenéutica del inconsciente), fenómeno en sí que me resulta excitante y con amplias posibilidades creadoras.

En cuanto a tener sueños, entiendo que, como acto volitivo o pulsión, es una forma de enfrentar el mundo: decido ser soñador, porque cuando sueño (anhelo) evoluciono y le pongo acción a mi interés de avanzar, en cuanto a creación, sanación y trascendencia.

Soñar sueños (valga la redundancia) y ser soñador son dos caras de la misma moneda (consciente/inconsciente), que me ayudan a crear, ser creativo, creador, en especial en lo literario y editorial, pero también en otros aspectos de mi vida, en los que requiero ser creativo para resolver y ganar y servir e inspirar.

Larga vida a los sueños y a mis hermanos soñadores, creadores, sanadores, creativos, artistas, humanistas, alquimistas, místicos, editores, escritores y onironautas. Gracias.

 

#danielzetinaescritor #unescritorenproblemas #onironauta

 

 

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Daniel Zetina

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