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NORBE Recuerdos del río Apatlaco


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NORBE  Recuerdos del río Apatlaco
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NORBE Recuerdos del río Apatlaco

NORBE Recuerdos del río Apatlaco
Fotógraf@/ MÁXIMO CERDIO
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Zacatepec. Los habitantes de las márgenes del río Apatlaco no se olvidan de los tiempos en los que era hermoso, se bañaban en sus aguas y éstas resguardaban abundante flora y fauna.

De esto no hace cientos de años, los recuerdos son de apenas décadas y están vivos.

Particularmente en tiempo de lluvia, esta serpiente de agua, casi agonizante, despierta y como si tomara venganza por todo lo que la gente le arroja, crece y amenaza con salirse de cauce y llevarse todo lo que le pongan a su paso.

La cuenca del río Apatlaco abarca un total de 765 km2, de los que 656 km2 se encuentran en el estado de Morelos y representan 13.24 por ciento del territorio estatal total. En los 63 kilómetros que recorre el río Apatlaco en la entidad, se encuentran 10 municipios: Huitzilac, Cuernavaca, Emiliano Zapata, Jiutepec, Temixco, Xochitepec, Tlaltizapán, Zacatepec, Puente de Ixtla y Jojutla.

Norbe López relató algunos pasajes de este río, que los humanos convirtieron en uno de los más contaminados, de acuerdo con un estudio de 2007, donde se documentó la presencia de cromo, arsénico y químicos peligrosos para la salud, tales como el Aldrin, principalmente en la parte que corresponde a Jojutla y a Zacatepec.

Según Norbe, caminar por los rumbos de los campos y parcelas de cultivos de su amado pueblo de Galeana con su señor padre Arcadio, hace como 52 años, la llenaba de alegría.

Ir a su parcela de 13 hectáreas sembradas por varas dulces de caña y frijol, a veces de arroz o milpa, era una fiesta en su corazón, saltaba de gozo porque a tres parcelas de la tierra de su padre se encuentra el río.

En sus recorridos por las veredas encontraban conejos de campo, ardillas, hurones, aves silvestres, perros, lagartijas e infinidad de codornices.

En los escurrideros y canaletas de riego había pececillos y mojarras, disfrutando en su hábitat hasta desembocar en el río.

Mientras su padre trabajaba en su tierra limpiando, haciendo su faena, ella en el apantle general, llamado "la cortina", disfrutaba viendo una comunidad de cangrejos con mojarras en sus transparentes aguas.

Mientras se trepaba en el árbol colmado de guamúchiles dulces y les compartía a los peces, escuchaba el canto de las chicharras, ranas y sapos... jugueteando con ellos.

Cuando terminaba la faena, su papá le decía si quería ir al río al puente de fierro, donde pasaba el tren, y ella asentía. De su mano iban felices al río, donde abundaban los carrizos verdes, las flores de lirio, las blancas garzas y patos azules silvestres. Saludaban a los que estaban pescando mojarras con su atarraya y con arpón. Era una maravillosa sinfonía natural escuchar el canto de las aves. Pululaban las mojarras grandes y medianas. Las aguas eran limpias y transparentes

También observaban el ganado de las yuntas, becerros y los guardianes perrunos, tlacuaches y mapaches, que bajaban a beber a las orillas del río. Todos conocían a los dueños del ganado y de los caballos.

Cuando escuchaba un silbido corría junto a su padre, por si llegaba a pasar un tilcuate, una serpiente que cuando está enojada o en celo te puede atacar. 

Atravesando el río en sus aguas iban a las huertas de tomate, sandía, melón y pepino; eran tierras fértiles. Regresaban con el morral cargado de fruta y hortalizas que compraban a los campesinos. A veces hacían trueque con lo sembrado. Cortaban verdolagas y quintoniles.

Por el camino había cilantro y rabanitos frescos, se respiraba en el aire ese aroma campirano muy sano.

En ese tiempo el río estaba limpio y cuando se subían al puente de fierro donde pasaba el tren, ella se admiraba. ¡Qué grande está! Decía y gritaba con mucho entusiasmo. ¡Aquí estoy, por aquí pasa el tren! ¡El tren que veo desde mi casa! Pasaba a diario. Cerca de las once de la mañana escuchaba el silbido del tren a lo lejos y esperaba verlo pasar. Era grandioso porque salían varios chiquillos a verlo. El tren “Chiquito”, así lo nombraban. Era el que venía de Cuautla a Puente de Ixtla. Llegando a la estación de Jojutla y después a Casa Blanca, cerquita del puente de fierro, ahí subían y bajaban los pasajeros.

Norbe recuerda a la tía Lola, dueña de la tienda "La Mexicana", la más surtida y la primera del pueblo de Galeana. Ella se iba a Cuautla en el tren a surtirse de mercancía, comestibles y abarrotes. A Norbe le encantaba ayudarle con sus víveres, entre ellos cacao, con el cual hacía chocolate casero y le regalaba.

Ese tren funcionó varios años, donde hay tantos personajes con recuerdos de inolvidables viajes, pero en el año de 1978 dejó de funcionar, porque lo privatizaron, y le dio mucha tristeza. Ya no escucharía el silbido del tren, ya no viajaría en él, ya no irían por mercancías y comestibles, las mujeres que vendían comida en los vagones ya no tendrían trabajo. Los trabajadores del tren perdieron su fuente de trabajo. Los niños ya no viajarían más en el tren, ya no había el tren que nos hizo felices.

Hubo un tiempo que en su pueblo de Galeana no hubo agua para lavar, por lo que la gente iba al apantle general "la cortina" y ahí cerca del río lavaban la ropa; su madre y sus hermanas iban también.

Los niños iban por las calles felices y por los campos juntando mangos, guayabas, limas y anonas, fruta que saboreaban llegando al río.

En 1977, Norbe vio que había muchos trabajadores excavando cerca de las parcelas, en la última calle del pueblo había muchos tubos de concreto que habían bajado de unos carros. Le preguntó a mi padre qué iban a hacer, y le dijo que el drenaje, el desagüe de la comunidad.

Construyeron el drenaje del pueblo y lo conectaron directo al río.

Jamás se imaginó que desembocaría en el río Apatlaco. Una tristeza la invadió al ver cómo el hogar de los pececillos, el bebedero del ganado y de todos los animalitos, sería contaminado.

Ya no es agradable bañarse en esas aguas ahora turbias, densas y negras; la vida acuática ha disminuido.

Cuando no hay lluvias está presente el estiaje en la región, y hay escasas aguas del río.

Hay una tratadora de residuos en el municipio, pero no es suficiente para detener la contaminación.

Es necesario rescatar este río, haciendo conciencia, evitar tirar basura, hacer limpieza comunitaria, colocar la basura en su lugar, no usar productos químicos.

Y las autoridades que se unan, haciendo tratadoras de aguas residuales, en los diferentes municipios, para la rehabilitación y el rescate de nuestro río Apatlaco.

En cuanto a las vías donde pasaba el tren, ya desaparecieron los rieles, los durmientes de madera, todo lo que una vez se construyó para que viajáramos en el ferrocarril, ya no existe. Sólo queda ese puente de fierro, que al pasar los años le pusieron concreto para hacer un libramiento carretero. Hoy es llamado el libramiento de Casa Blanca, nombrado así en honor a la estación que comunicaba a Zacatepec y Jojutla. Era de la modernidad.

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Máximo Cerdio

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