Hoy en día, para una niña mexicana llegar a ser presidenta de su nación no es solo un sueño, sino que se convierte en una realidad tangible. Después de un legado de 66 presidentes en la historia de México, este 2024, a raíz del triunfo electoral, contamos con la primera mujer en encabezar el Poder Ejecutivo, Claudia Sheinbaum. Esto nos lleva a replantear la capacidad de los individuos para modificar nuestras condiciones de posibilidad y abre camino para que cada día más mujeres puedan ocupar puestos en cargos públicos, representando nuestras necesidades.
Si bien, a lo largo de la historia de México y del mundo, las mujeres han sido colocadas en una posición de desigualdad latente, donde incluso la decisión sobre su cuerpo y su voz es brutalmente reprimida en algunos países árabes, y donde el mundo laboral para nosotras es aún más reducido, ni hablar de las cuotas de género en la política mexicana, que muchas veces han representado una barrera para acceder a puestos de poder y decisiones públicas.
En nuestro estado también está ocurriendo algo histórico. Con la llegada de Margarita González Saravia al Ejecutivo estatal como primera gobernadora, se abre paso a las iniciativas de género y a un gobierno más equitativo. De igual manera, en la máxima casa de estudios, bajo la dirigencia de la primera rectora, Viridiana León Hernández, se espera que las y los jóvenes cuenten con las herramientas necesarias para ser ciudadanos empáticos, responsables y preparados. No cabe duda de que, poco a poco, se van abriendo oportunidades para hacer escuchar la voz que durante tantos años ha sido silenciada y excluida.
Hoy en día, México avanza en la democracia, no por el partido que ostenta el poder, sino por la llegada de las mujeres a los cargos públicos, lo que nos garantizará que las necesidades, experiencias, aprendizajes y puntos de vista de los diversos sectores de la sociedad sean tomados en cuenta.
De esta manera, se espera que las políticas públicas promovidas por estas mandatarias sean más inclusivas, promoviendo la diversidad de perspectivas en la sociedad mexicana y morelense. Con ideas nuevas, se esperan soluciones más innovadoras y completas para los problemas que hoy nos aquejan como sociedad, ya que, como mujeres, sabemos priorizar temas como educación, bienestar social, salud y derechos humanos, debido a la experiencia que el posicionamiento social que se nos ha otorgado a lo largo de la historia nos ha brindado.
Hoy hay un mensaje claro: las mujeres también pueden. Seamos compañeras, hermanas, amigas e hijas que inspiran; es posible romper los estereotipos de género y hoy tenemos dos ejemplos muy grandes. Poco a poco, se generará un cambio social y cultural. Estamos en camino hacia una mayor equidad, pero aún falta trayecto. Luchemos por la promoción de los derechos de maternidad, el acceso a servicios de salud reproductiva, contra la brecha salarial y la violencia de género. Desde nuestra trinchera, podemos hacer mucho, y esperemos que aquellas que hoy nos representan sigan en esta ardua lucha.
Lamentablemente, la brecha salarial en México sigue presente, pero con la participación de mujeres en cargos públicos, esperamos que aumente la participación de más y más mujeres en la administración pública. Se abran espacios de poder y que las políticas públicas implementadas les permitan una acción activa en el mercado laboral, reduciendo de esta manera las barreras al empleo, la discriminación laboral y favoreciendo la inclusión económica. De esta manera, la democracia en México se verá fortalecida por la inclusión de más sectores de la sociedad en las decisiones públicas, fomentando la participación ciudadana, haciendo de este un proceso más justo, inclusivo, transparente y funcional.
Con esperanza y sin inclinaciones partidistas, espero que en México y Morelos, en los próximos 6 años, se experimenten cambios sociales importantes, que la calidad de la gobernanza mejore y avancemos como sociedad hacia la justicia y equidad.
Hoy en día, se abren espacios donde nuestras ideas, opiniones, necesidades y ¿por qué no?, sueños, sean expresados y debatidos para poder convertirlos en políticas públicas que nos brinden las oportunidades y herramientas de producción para una óptima reproducción. Quizá es una nostalgia lo que hoy nos embarga: por aquella abuela que no pudo estudiar, o la prima que no recibió la licencia de maternidad, por la mamá que casaron joven o aquella hermana que fue violentada. Hoy en día, no es solo un cargo, sino la prueba de lucha de muchos años de muchísimas mujeres que han alzado la voz.
Más allá de inclinaciones políticas, nos enorgullece ver a una mujer como comandante suprema de las fuerzas armadas. Sin embargo, desde nuestra trinchera también debemos ser objetivas, críticas e informadas continuamente, porque no olvidemos que la fuerza de un Estado es su pueblo.
Una mujer puede ser ama de casa, maestra, mamá, ingeniera, médica, astronauta, abogada y, claro, presidenta.
Génesis Alexia Solís Heredia
Universidad Autónoma del Estado de Morelos