Es la enseñanza que recibió Alejandro de su padre.

Alejandro no tuvo la oportunidad de continuar con sus estudios profesionales porque en su familia había pocos recursos económicos y son seis hermanos. Sin embargo, diariamente motiva a sus hijos para que no abandonen sus estudios y así puedan encontrar un trabajo bien remunerado.

El entrevistado trabaja desde los 18 años de edad, y afirmó que no se arrepiente, pues considera que ser chofer es un oficio noble con el cual ha logrado mantener a su familia y, afortunadamente, todos los días llega a su casa con al menos 300 pesos libres.

Alejandro conduce una unidad del transporte público, un oficio que aprendió de su padre, quien falleció hace unos años, pero le dejó sabios consejos que diariamente pone en práctica para desempeñarse bien en su actividad.

“Mi papá fue chofer por muchos años, pero ya falleció. Él no me enseñó a manejar porque quería que me dedicara a otra cosa, pero unos amigos de él me ayudaron, me decían cómo hacerle y cuando mi papá se enteró que estaba aprendiendo a manejar, me dio sus consejos; decía: ‘hay que tener mucho cuidado porque el volante es una gran responsabilidad’, me gustó y, aunque al principio fue difícil, aquí seguiré hasta que el cuerpo aguante”.

Al igual que sus colegas, refiere que ser chofer es una labor cansada y estresante, no sólo por el tráfico, sino porque está expuesto a ser víctima de la inseguridad.

Afirmó que una ventaja es que su patrón no le exige el total de la cuenta, pues está consciente de que en ocasiones con mucho esfuerzo reúne el dinero para comprar el combustible.