"La confianza en las calles de una ciudad se construye a lo largo del tiempo a través de muchos, muchos pequeños contactos públicos en las aceras... la mayor parte de ellos son ostensiblemente triviales, pero su suma no es en absoluto trivial".
Jane Jacobs
Si algún poder tiene la arquitectura es cambiar vidas. La arquitectura me ha enseñado que con la debida intención de querer ayudar se pueden hacer “tremendos” cambios en la sociedad.
Jane Jacos, activista social por los derechos de la ciudad, nos enseñó que el verdadero urbanismo y, por supuesto, la arquitectura, se debe abordar desde el territorio y no desde un escritorio, como se solían desarrollar los proyectos de ciudad. Jane Jacobs de una forma u otra nos hizo ver lo tan equivocados que estábamos nosotros los arquitectos, tomando en cuenta que ella no era arquitecta de profesión, sino periodista, que el paso del tiempo la orilló a ser una teórica ferviente del urbanismo y del activismo sociopolítico. Jacobs es reconocida por su libro Muerte y vida de las grandes ciudades ("The Death and Life of Great American Cities"), donde expone una crítica al urbanismo moderno y los proyectos de regeneración urbana, argumentando que son una amenaza para la diversidad y vitalidad de las ciudades.
Me es importante introducir a Jane Jacos en este artículo ya que, por el tema que hoy describo, es una pionera en el urbanismo de territorio.
Desde el territorio, nombre de este artículo, hace referencias a la intención u obligación de que, para abordar un proyecto, llámese arquitectura social o de intervención urbana, sí o sí se tiene que entender el territorio. El territorio entendido como la investigación y análisis del contexto inmediato, social, económico y geográfico, entre otros. El territorio nos da la oportunidad de conocer a la gente, pero primordialmente a la ciudad. Como menciona Jane Jacobs, la confianza comienza en las calles de la ciudad y, por supuesto, para llegar a esa confianza se lleva tiempo y no poco, sino mucho. Para llegar al territorio uno debe empezar con pequeños acercamientos hacia las comunidades, a través, en su mayoría, de líderes vecinales que a su vez llevan la voz hacia la comunidad.
Pequeños pasos son los indicados para profundizar en el territorio estudiado; uno de esos pequeños pasos que a mí más me gusta y que en lo personal considero eficiente son los “talleres de microhistorias”. El taller consiste en juntar personas de determinada comunidad que se reúnen en un lugar a contar historias cortas de su barrio, de su casa, de su familia, de su escuela o de lo que ellos quieran contar acerca del lugar de donde viven. Este proceso de escuchar, pero de analizar, abre un sinfín de oportunidades para entender y resolver lo que está sucediendo en esa comunidad.
Desde el territorio se soluciona y se ejecuta y no desde una oficina. Al final, ese es el trabajo del arquitecto-urbanista y el que crea lo contrario está muy equivocado; poco a poco debemos de dejar el ego atrás y seguir trabajando con la gente y no solo para la gente.