Los especialistas en nutrición advirtieron que los repentinos cambios de horarios, así como de nivel de actividad, pueden derivar en algunos trastornos, y aumento rápido de peso. Por tanto, llamaron a que en familia, se procuren ciertas acciones para que los niños no sufran las consecuencias de un repentino cambio de costumbres, y al mismo tiempo, no afecte su alimentación.
Entre las recomendaciones que emite la Secretaría de Salud, se destaca: tener refrigerios saludables a la mano como frutas, verduras, quesos frescos, galletas integrales y lácteos, así como ejercitarse.
La alimentación, debe ser variada e incluir al menos los 3 grupos de alimentos de acuerdo al “plato del bien comer”, es decir, frutas y verduras, cereales, leguminosas y productos del origen animal.
Es importante que la familia mantenga los horarios habituales para tomar los alimentos, tomar agua natural para que favorecer la hidratación; evitar bebidas azucaradas (jugos y refrescos); moderar el consumo de dulces y golosinas, sobre todo cuando estén frente a la televisión.
“Asimismo, se sugiere disponer de más tiempo para realizar las comidas, ya que no existe la presión por llegar temprano a la escuela; hacer, en medida de lo posible, de 3 a 5 comidas al día; además una opción divertida es compartir con los niños la preparación de los alimentos. Cabe mencionar que cada organismo necesita diferentes aportes energéticos, dependiendo de la edad, actividad y estado fisiológico.
La alimentación correcta debe ser completa (con carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas y minerales) equilibrada (nutrimentos en porción adecuada), inocua (que su consumo no implica riesgos a la salud), suficiente (que cubra con las necesidades nutricionales), variada (con alimentos de cada grupo en cada comida) y adecuada (acorde a los gustos, costumbres y recursos económicos, sin eliminar las características anteriores)”.