Lleva un banquito y un amplificador negro. Se apoya en un bastón de aluminio. De una maleta saca un traste de plástico y lo pone en el suelo.

Ya que tiene todo en su lugar, pega en la bocina un letrero de cartón que dice: “Por mi edad no me dan trabajo en ningún lado. Por eso toco (y muy bien). ¡Apóyame!

Una vez sentado, saca un micrófono al que le adaptó un soporte para una armónica. Toma el instrumento, junta sus manos en pocillo para hacer eco y se lleva a la boca el organillo. Las primeras notas de “Yesterday” escapan metálicas.

La mayoría de las personas van de prisa y atraviesan la calle peatonal o entran a los comercios. Sólo algunos se detienen a escuchar este sonido y depositan monedas pobres en el guacal rojo.

A “Yesterday”, le siguen “Hey Jude”, “Oh sole mío”, “Por ti volaré”, “Las hojas muertas”, “Al final del Arcoiris”, “Adiós de Carrasco” y muchas más.

“¡Qué bonito toca usted! ¡A usted lo inspira Jesucristo”, le dicen.

Salomón García Contreras tiene 72 años de edad y es originario de Pichucalco, un pueblo de Chiapas, pero vivió casi toda su vida en la Ciudad de México, donde estudió (en la Universidad Nacional Autónoma de México) la carrera de Administración de Empresas. Tuvo un negocio propio, pero nunca pagó seguro social, por eso no se pudo pensionar.

Tiene esposa, que está separada de él (ella vive en la Ciudad de México), dos hijos que nunca lo buscan y una hermana con la que habla cada año.

“Cuando tenía ocho años, a la semana ya podía tocar lo que me pusieran. Soy casi sordo, pero siento la música. Es fácil sacar la melodía que me pidan, la que sea, sólo escucho y en un ratito la saco, no sé leer partitura. Todo lo puedo hacer mal en la vida, pero hay tres cosas que hago bien: tocar la armónica, hacer epigramas y bailar”.

Salomón García Contreras tiene 72 años de edad y es originario de Pichucalco, un pueblo de Chiapas

Relata que en la Ciudad de México leía una columna de Excélsior y él mandaba sus comentarios y epigramas y los publicaban, y así comenzó a enviar más y se los siguieron publicando, aunque nunca le pagaron un peso por un epigrama.

Explicó que éste se compone de cuatro versos, generalmente hecho en octosílabos rimados y se refiere a cuestiones de coyuntura, por lo general sobre temas de política. Pero algo que caracteriza al epigrama es el ingenio, sin ese ingrediente no hay epigrama.

El género fue usado en México desde el siglo pasado. Salomón recuerda un epigrama del poeta Antonio Plaza:

“La bella Doña Ventura/ aquí yace bocarriba./ Porque cuando estaba viva/ le encantaba esa postura.”

Relata que hizo muchos epigramas a Andrés Manuel López Obrador. Una vez el “Peje” estaba en un evento y junto con él había políticos pero también estaba su hijo “Chuchito”. Entonces, escribió “El chiquito del Peje”.

“Yo procuro no ser cruel/ y en ocasiones lo evito./ Pero, óyeme Andrés Manuel,/ que horrible está tu chiquito.”

Aquí en Morelos hace unos meses escribió un epigrama porque había un tremendo problema de la basura en Tejalpa:

“Este sí es un problemón/ que lo tiene desvelado./ Que lo arregle el delegado, David Nava,/ está pelón.”

Salomón dejó de bailar. Hace dos meses invitó a una mujer. Fueron a un costado del Palacio de Gobierno, donde por las tardes tocan danzón y por la noche tocan salsa y cumbia:

“Yo no bailo danzón, eso es para viejitos, a mí me gusta la salsa y la cumbia. Pues ese día estaba yo echándome mis mejores pasos y la gente me estaba admirando, pero de pronto me comencé a sentir mal, mareado y le tuve que parar. Al día siguiente fui con el cardiólogo y me regañó, me dijo que yo ya no estaba para esos trotes”.

Salomón y el Mimo Pactú

Hace un año, Salomón vivía en Yucatán. Igual que en Cuernavaca, tocaba la armónica (cerca de la catedral) y sorprendía a los transeúntes con algunos textos de humor pegados a su amplificador, según consigna el portal del Diario de Yucatán del lunes 26 de enero de 2015:

“Si le parece buena mi interpretación apóyenme con una cantidad, si no le gustó deme el doble para que estudie y hacerlo mejor. Ahora si de plano piensa que toco horrible, deme 500 pesos y me voy a otro lado a tocar”.