Los dos son invidentes y poseen un extraordinario oído que les permite distinguir hasta 100 sonidos distintos cuando ponen el geófono o sensor en el asfalto.
“Cuando detectamos una fuga es como si la calle estuviera desafinada, se escucha una especie de susurro o un goteo; esa es la fuga, ahí está, decimos y la señalamos en el lugar exacto para que los compañeros de Conservación y Mantenimiento escarben y reparen”, explican.
Han tardado un promedio de 10 o de 15 minutos en localizar una fuga; pero también hay otras muy complicadas en las que han invertido días, semanas e incluso meses para ubicarla.
Pedro y José Luis saben que su labor es importante para los habitantes, porque evitan que el agua se desperdicie y que llegue con la presión suficiente a las colonias de la capital de Morelos.