Sin embargo, la realidad lo desmintió. Si no mal recuerdo, los regidores llegaron a ganar nueve mil pesos quincenales, que ya de por sí eran ingresos muy elevados para personas que en muchos casos ni profesionistas eran.
Pero así se siguieron. En el siguiente gobierno, de Atanasio Pérez Villalobos (2000-2003), los ingresos del cabildo siguieron al alza, de tal modo que comenzaron a surgir fuertes problemas económicos en la comuna. Los regidores de entonces mostraron algo de vergüenza por los estratosféricos gastos de representación que cobraba el entonces presidente municipal y le cerraron la tesorería, de modo tal que al final, Pérez Villalobos solicitó licencia al cargo (dos trienios después volvería a buscar la alcaldía, jugando también como regidor, cargo este último que obtuvo).
Llegó después (2003-06) el priista Nelson Torres Mondragón y los ingresos de los integrantes del cabildo alcanzaron proporciones irracionales: el alcalde ganaba alrededor de 60 mil pesos, el síndico rondaba los 50 mil y los regidores 42 mil pesos mensuales. Ya desde entonces, la voz popular protestaba por tan altas percepciones de burócratas que nada aportaban al municipio. Incluso, el presidente municipal Torres Mondragón tuvo la desfachatez de declar públicamente, que entregó 100 mil pesos a cada uno de los regidores para que le aprobaran la licencia para instalar la Comercial Mexicana.
En el trienio 2006-09 llegó el perredista Alberto Cabrera Díaz, quien ante el reclamo popular, propuso reducir los salarios, pero sólo fue momentáneo, pues engañó a la población de que con un recorte de 10 mil pesos a los integrantes del cabildo, iba a comprar patrullas, cosa que nunca hizo.
Ante la presión del propio cabildo, el edil tuvo que reintegrar los 10 mil pesos a los regidores y síndico, sin que nadie pudiera oponerse por la siempre invocada autonomía municipal.
El actual gobierno del priista Enrique Retiguín, que ya de por sí entró ganando extrordinarios ingresos, para los pobres resultados que está dando (50 mil pesos el alcalde, 44 mil la síndico y 40 mil los regidores), sin pudor alguno, se incrementó los salarios en proporciones escandalosas, aún sin cumplir un año de gobierno.
Mientras en el municipio se cae el servicio de recolección de basura por falta de camiones y hasta de gasolina, recortan el servicio del agua potable, faltan medicinas para los trabajadores y no pagan a tiempo los salarios a personal de confianza, los integrantes del cabildo, de manera inescrupulosa, ofensiva y cínica, se incrementan sus percepciones en 10 mil pesos más, burlándose de los ciudadanos, sus necesidades y por supuesto, la confianza que pudieran haber depositado en ellos los ciudadanos.
Es increíble que a pesar de la realidad que está viviendo la comuna, los integrantes del cuerpo edilicio, dominados por la ambición, puedan otorgarse un incremento de salario, aunque ello implique dejar de prestar los servicios a los que está obligado el gobierno.
Ya las versiones de que los regidores se compran vehículos, remodelan sus casas, o cambian de hábitos, son del dominio popular.
Atrás quedaron sus promesas y su presunto compromiso de servir a un proyecto, a una idea, a un partido que los postuló. Todo es mera pantalla, todo es discurso vano y sin sustento.
Si analizamos uno a uno los nueve concejales, síndica y presidente municipal –con sus excepciones- nos damos cuenta que muy difícilmente podrían obtener estos ingresos en sus propios trabajos.
El gobierno dejó de ser un espacio para servir y procurar el crecimiento del municipio, ahora hay que llegar al gobierno para enriquecerse, no para hacer el bien común. Hay que pagar para ser incluido en la lista de regidores(as), que al final de cuentas, se podrá recuperar con creces lo invertido.