Tenían la gran oportunidad para demostrar que “el nuevo PRI” era una realidad, pero los hechos están demostrando lo contrario.
Los aspirantes siguen con las mismas prácticas, las mismas mañas y todo cuanto sea posible por obtener el triunfo.
Actualmente, los partidos políticos son órganos de interés público y son financiados por el estado, por lo que tienen la obligación y gran responsabilidad de practicar los valores de la democracia y de participación social.
Sin embargo, no es así. Lo estamos viendo en el Partido Revolucionario Institucional (PRI). A pesar de sus muchos años en la alternancia del poder y los últimos reveses sufridos en la entidad, el partido tricolor está hecho de una misma pasta y parece que no cambiará.
Primero, y en medio de pleitos en el Congreso de la mayoría priista –precisamente por ganar posiciones y poder– los encargados de manejar al partido se tardaron más de un año en emitir la convocatoria para renovar la dirigencia. Eso ocasionó un gran desgaste entre los aspirantes y por supuesto, inversión de recursos –no fiscalizados– para posicionarse.
Después, se emitió una convocatoria muy atropellada para realizar las elecciones en un mes (el 7 de septiembre), lo que hizo prever que se iba a dar un acarreo masivo para el registro –porque sólo los registrados podrán votar– y también el día de las elecciones.
La semana pasada, y a la vieja usanza del tricolor, más de una decena de alcaldes se manifestaron a favor de determinado candidato, lo que de inmediato hace surgir la sospecha de lo que podrían hacer por el mismo. Hay que recordar que los presidentes municipales manejan recursos y programas.
El viernes comenzó el registro de quienes deseen votar, sin embargo, las mesas de registro no abrieron a la hora mencionada, sino horas después, argumentando que no había llegado la papelería; lo que hace sospechar si fue algo premeditado o de plano, no les alcanza a los priistas la capacidad para llevar este proceso.
Desde el viernes comenzaron las denuncias de entrega de despensas (en Zacatepec) y de coacción del voto a trabajadores de los diferentes ayuntamientos de la región.
De acuerdo con lo que se ha visto, el proceso interno del PRI es el mismo de hace décadas, no hay nada nuevo ni cambios sustanciales que nos sugieran que el tricolor ha cambiado.
Lástima, porque los ciudadanos requieren partidos comprometidos con sus propios ideales y no con su sus propias causas políticas.