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Concluye el “Séptimo encuentro nacional de tecuanes”


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Fotógraf@/ MÁXIMO CERDIO
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Sin el grupo de Pablo Paredes.

Zacatepec. Se realizó en el pueblo indígena de Tetelpa el “Séptimo Encuentro Nacional de Tecuanes” con la asistencia de 13 grupos, representando a Guerrero, Puebla, Estados de México, Veracruz y el estado sede.

Cerca de 300 danzantes arribaron a Zacatepec para participar en esta reunión de danzantes y piteros organizado por la familia de Florentino Sorela Severiano.

A pesar de que en Tetelpa hay dos grupos de tecuanes, el de Pablo Paredes Ocampo nunca ha sido invitado.

Los tecuanes en las calles

A las 10:20 de la mañana los grupos salieron de la primaria Vicente Guerrero, ubicada en la calle Miguel Hidalgo. Luego subirían por Morelos y bajarían por Matamoros, Degollado y Simón Bolívar para regresar al punto de partida.

Estas calles de Tetelpa se llenaron de danzantes y piteros que, por tramos, realizaban sus coreografías ante el asombro de los pobladores y visitantes (se esperaban más de mil 500 asistentes) que querían documentar todo con sus celulares.

Habían confirmado su asistencia los tecuanes de Tetelpa de Florentino Sorela, anfitriones, Tecuanes los Líceres, de Veracruz; Tecuanes de Piaxtla, Puebla; Tecuanes de Izúcar de Matamoros, Puebla; Tecuanes de Huamuxtitlán, Guerrero; Tecuanes de Huixtac, Guerrero; Tecuanes de Ixcateopan, Guerrero; Tecuanes de Santa María Jalalpa, Estado de México; Tecuanes de Ocotepec Morelos; Tecuanes de Alpuyeca, Morelos; Tecuanes de Tetecala, Morelos; Tecuanes de Axochiapan Morelos, y Tecuanes de Tepalcingo, Morelos.

La mayoría de los danzantes interactuaba con el público y éste aceptaba las bromas, aunque había grupos que sólo realizaban sus movimientos al ritmo que el maestro pitero les marcaba con el tambor y la flauta.

Participaron, asimismo, en los grupos una gran cantidad de niños y niñas vestidos con sus trajes respectivos, como los adultos.

El recorrido duró poco. A eso de las 11:30 de la mañana, y bajo un sol brutal que obligó a varios danzantes a quitarse las máscaras para beber agua, los tecuanes entraron por donde habían salido.

En la cancha techada de la escuela primaria se acomodaron asientos para el público y una mesa para el presídium. Lo encabezaba el alcalde José Luis Maya Torres, Carlos Ángel Matías Montoya, representante del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas en Morelos, autoridades del gobierno del estado, maestros y directivos de la Universidad del Bienestar "Benito Juárez" plantel Tlaltizapán, el ayudante municipal Sócrates Emmanuel Anonales y Florentino Sorela Severiano, nombrado en 2011 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) “Tesoro Humano Vivo”, por considerar que su actividad como promotor de un bien cultural inmaterial había participado directamente en la preservación del mismo entre su comunidad.

Después de que se dieron reconocimientos a los grupos participantes y de que éstos ejecutaran fragmentos de sus danzas, se invitó a los asistentes a comer y con ello acabó el “Séptimo Encuentro Nacional de Tecuanes”.

 

Origen de este encuentro

El primer encuentro de Tecuanes fue en 2017. El 9 de abril de 2016, en Tetelpa, la familia de Florentino Sorela organizó un primer encuentro de piteros y de ahí surgió la idea de realizar un encuentro de tecuanes al año siguiente.

En entrevista en Cadena Sur con Evaristo Torres Ocampo, el 12 de abril de este año, Florentino dijo que de ahí en adelante se han hecho los encuentros sin interrupción, excepto en 2020, por la prohibición de la pandemia por el coronavirus, aunque en 2021 hubo una reunión virtual.

 

La danza de los tecuanes

En la citada entrevista, Florentino Sorela Severiano platicó que la danza de los tecuanes, que se llama originalmente “Danza de la caza del jaguar”, surgió en Tetelpa y de ahí se fue a otros lados.

Relató que la danza inició en 1895, con Ramón Sorela, su abuelo, que en 1924 falleció y en 1927 Lidio Sorela, su papá, reinició nuevamente la danza. En 1943 murió su papá Lidio Sorela, y desde 1946 a la fecha Florentino Sorela Severiano ininterrumpidamente ha conservado la danza del tecuán.

César Carvajal en Danza de Tecuanes, herencia e identidad cultural de la Mixteca (https://elpopular.mx/secciones/municipios/2019/08/04/danza-de-tecuanes-herencia-e-identidad-cultural-de-la-mixteca), documenta que la danza llegó en 1888 y durante dos años los primeros danzantes del municipio aprendieron los sones y pasos y le pusieron un estilo propio; es así como la variante de la Danza de Tecuanes se presentó por primera vez en Acatlán de Osorio, con motivo de los festejos del Arcángel San Rafael, el 24 de octubre de 1890, según los documentos que conserva el pueblo de Acatlán.

"En esos escritos se confirma que aprendieron la danza de informantes de los Ranchos de Cuahulutla y El Guayabo, en el municipio de Tehuitzingo, Puebla, quienes a su vez la aprendieron de maestros de Cocula, Guerrero, a quienes conocieron en una peregrinación al Santuario de Chalma, en donde vieron la danza."

 

En qué consiste la danza del tecuán o “Danza de la caza del jaguar”

Según Florentino Sorela Severiano: “El motivo es el daño que estaba haciendo el jaguar a los hacendados y de ahí pues los señores vieron que su ganado estaba disminuyendo, mandan a su capataz, que es el mayeso, a investigar qué animal estaba matando a su ganado. No encontraban qué era, hasta en una ocasión vieron a una carnada destrozada, ahí creyeron que era un animal, y se remontaron al monte a ver qué era, entonces se van dando cuenta que era el jaguar”.

En esa ocasión, Florentino dijo que cuando era niño sabía náhuatl, se comunicaba con su papá y su mamá en este idioma, pero que con los años sin practicarlo, se le olvidó; lo que no se le olvidó fue el parlamento de los diálogos de la danza de los tecuanes.

 

Más sobre los tecuanes

Para Óscar Cortés Palma, la danza del tecuán es una parodia grotesca de la caza del tigre por viejitos cómicos que identifican la región suriana en el mundo.

“La gama de comedias es del siglo XIX, después de la independencia de México, son variantes de un libreto original perdido escrito por un autor nahuatlato, en cada pueblo, la gente se enmascara a su manera, de acuerdo a sus posibilidades, se divierten en el festejo religioso patronal y ofrecen una manda al santo patrono, se actúan en más de 170 fiestas patronales de poblados del centro-sur de México, disfrazados de tecuani -jaguar, tigre, lobo- (Tecuán. Danza comedia teatro del siglo XIX; INPI, 27 de junio de 2022).

 

La danza, más que una comedia

Para el investigador Armando Josué López Benítez, autor de varios libros sobre el tema, la danza del tecuán es más que una representación teatral y se debe entender de una manera más amplia.

En entrevista, explicó que esta danza tiene mucho que ver con la tradición cultural mesoamericana, que no es sinónimo de lo prehispánico, va más allá; en el periodo prehispánico es donde surge esta tradición cultural, pero mantiene vigencia y sigue viva a pesar de la evangelización durante los años de conquista

La danza del tecuán es una actualización del ritual que tiene múltiples funciones.

El jaguar es un sinónimo de fertilidad de la tierra y hay que tomar en cuenta que los pueblos mesoamericanos, indígenas, nunca han estado cerrados al exterior, y eso sobre todo en una zona como el estado de Morelos, donde hubo un proceso de relaciones interétnicas, tenemos aportaciones de africanos y de españoles.

La danza de los tecuanes tiene una relación con la petición de lluvia o de agradecimiento, de acuerdo con el momento que se realice, de acuerdo con el santo al que se le realice y  es una forma de enmarcar lo tradicional. Esta representación es también con disfraces que se dan en los carnavaleas, que se venía haciendo desde la época prehispánica. La representación de los hombres dioses, que emulan a estas entidades sagradas, que son controladores de los meteoros, es decir, de la lluvia o del granizo, para llevar a cabo de manera concreta el ciclo agrícola.

Desde el punto de vista del patrimonio inmaterial, ha cambiado la prospectiva, también la relación con el ciclo agrícola, “creo que se ha perdido en algunos lados, no en todos, pero también va a marcar las relaciones entre los pueblos. Hay comunidades donde encontramos muchas variantes, los tlacololeros, los lobitos, que tiene un sentido simbólico similar, con representaciones particulares, porque en cada espacio le dan su propia identidad”.

Pablo Paredes Ocampo también está convencido que la danza de los tecuanes es más que una comedia:

En el reportaje Chamanismo en la danza del Tecuán de Tetelpa publicado en La Unión de Morelos el 15 de marzo de 2019 (https://launion.com.mx/morelos/sociedad/noticias/138664-chamanismo-en-la-danza-del-tecuan-de-tetelpa.html), el coordinador y pitero de los tecuanes de Tetelpa, dijo que para algunas regiones la danza del tecuán es la cacería del tigre o jaguar, pero en Tetelpa, el grupo que él coordina entiende la danza con una connotación distinta:

“Aquí se habla del nahualismo indígena, del poder del nahual, de la persona que tiene el poder de la transmutación, de dominar un animal con la mente, pero no habla de matar al jaguar. En la trilogía simbólica del pensamiento náhuatl, el ser humano está constituido por tres entidades: hombre, fiera y espíritu; sobre eso estamos apegados, nosotros no aceptamos la estandarización, no tenemos nada que ver con el jaguar o tigre o felino, pero el felino no es el nahual, existe el que domina a los animales, el que a través del chamanismo tiene el poder de convertirse. Ciertamente el jaguar o tigre es un personaje, pero el verdadero tecuani es un animal en sí dominado por un nahual.

“En este modo de pensamiento antiguo todo tiene una razón de ser. El ixtle era ofrendado también a los dioses. Se creían que el ixtle, como la ruda, la albahaca, entre otras, tenía poderes neutralizadores de los malos aires. Por eso en la daza del tecuán se teje una trampa con la fibra de ixtle y también hacen una riata. El hierbero, que es un personaje dentro de la danza, conoce los poderes de estos elementos y los usa para atrapar al tecuán.

“La danza es un ritual. La caracterización de cada personaje, los diálogos, las acciones, los movimientos, los sones, todo tiene un sentido”.

 

Los excluidos

Los organizadores del “Séptimo Encuentro Nacional de Tecuanes” -que fueron los miembros de la familia Sorela y un comité- excluyeron al grupo de tecuanes coordinado por Pablo Paredes Ocampo, a pesar de que saben de su existencia y trayectoria y de que viven a unos metros del domicilio de Florentino Sorela Severiano.

Algunos pobladores califican estas decisiones como discriminatorias: “si ellos realizarán esto en su casa, no en las calles del pueblo, y pagaran esto con sus propios recursos y no usaran recursos públicos, que pueden ser dinero o bienes o servicios, nadie les diría nada”.

Sobre este aspecto, el también pitero Pablo Paredes dijo que no es de extrañarse que no los hayan invitado.

El 23 de marzo de 2023, en la ayudantía municipal, durante la ceremonia de graduación de la primera generación de hablantes del náhuatl clásico y en la que él obtuvo diploma de “avanzado”, explicó que “el náhuatl en Tetelpa nunca murió, estaba y sigue estando vivo en la danza de los Tecuanes, este grupo que él dirige hace 38 años, “que se formó por la necesidad de continuar con la tradición que nos heredaron nuestro antepasados, son aproximadamente 40 integrantes, descendientes directos de tecuanes, con el conocimiento de la danza y lo que significa, con el amor a la herencia, hemos sido reconocidos como la danza más clara y completa”.

En el reportaje Chamanismo en la danza del Tecuán de Tetelpa, Paredes Ocampo relató que Florentino Sorela Severiano dejó de tocar la danza de los tecuanes por diez años o más, pero que no se perdió porque él y otros habitantes de Tetelpa continuaron con el ritual en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción.

“Allá por el año 1995 o 1997, don Florentino nos dijo, ‘ya no voy a ser el responsable de la danza, ahí se los dejo, no creo en eso’”, fueron sus palabras.

“Nosotros supimos que él había cambiado de religión, se volvió protestante, por eso dejó la danza”.

“Nosotros tuvimos que hacernos cargo y la hicimos año con año en honor de la virgen”.

“El primer año, cuando don Florentino renunció, tuvimos serios problemas. A mí me preguntaron si sabía tocar la flauta y el tambor, les dije que un poco. Tenía yo una flauta bien chillona, yo no sabía hacer flautas. Y con una cubeta de metal como tambor acompañamos a los tecuanes; sólo me salió un son. Se oía muy feo, pero con eso nos fuimos. Se me iban las manos por un lado cuando tocaba, hay que tener coordinación y yo no podía, pero los demás me animaron y poco a poco, con práctica, fuimos mejorando y perfeccionando. Después de eso nos pusimos a ensayar, me prestaron un tamborcito de feria, chiquito, de un niño, y con ese comencé a ensayar. Ya cuando llegamos al 8 de diciembre me salían tres sones y la entrada de flores. Los tocaba muy rápido y así me llevaba a los tecuanes, no tenía yo coordinación, ritmo”.

“Diez años después o más, uno de los hijos de don Florentino quiso registrar los sones y la danza a nombre de don Florentino y trató de prohibirnos que tocáramos y danzáramos, pero nosotros continuamos con la tradición y hemos continuado con ella porque no lucramos con ella”.

 

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Máximo Cerdio

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