En este tiempo, en Jojutla don Enrique Retiguín se está dando cuenta que gobernar un municipio no es lo mismo que dirigir la CNPR, en donde no rinde cuentas. En cuanto se dio a conocer que su hijo –llamado “el príncipe”– es quien en realidad controla el gobierno, le llovió toda suerte de críticas, lo mismo que cuando intentó la misma fórmula de Zacatepec: construir obras con dinero ajeno, pero sin proyecto ni consenso ciudadano.
En Zacatepec, José Carmen Cabrera Santana no ha hecho nada extraordinario por sacudirse la enorme deuda heredada por su antecesor y ahora están surgiendo problemas al interior del cabildo, que, a decir del propio Cabrera, le están solicitando que incremente sus percepciones económicas. Lo único que ha anunciado para sanear la economía es un recorte de personal a finales de este mes.
En Puente de Ixtla, el alcalde, José Moisés Ponce Méndez, no se ha podido sacudir la presencia de Víctor Salinas Márquez, quien dejó un desorden descomunal en el gobierno y aun así quiere regresar a su antiguo trabajo en la UBR. El recurso federal es la salida del alcalde para dar respuesta a los ciudadanos.
En Tlaltizapán, un incidente con sus vecinos –contra quienes usó la fuerza pública– empañó los 100 días del presidente municipal Ennio Pérez Amador. Haberse llevado a los funcionarios de Zacatepec a su administración le ha sido también un factor adverso en la opinión pública.
Rápido se fueron los tres primeros meses. Los gobiernos municipales los deben utilizar como experiencia para corregir y mejorar, porque ahora se siente que el tiempo vuela.