En la región sur se anunció la construcción de plantas de tratamiento en Zacatepec, Jojutla, Xoxocotla y Tlaquiltenango y se advirtió del cierre de basureros a cielo abierto, con la construcción de un relleno sanitario regional.
Sin embargo, pese a la inversión y al interés por mejorar al ambiente, algo ha fallado. Los planes no han funcionado y casi al concluir el sexenio, se advierte el fracaso, por lo menos en la zona, de la política ambiental.
De las plantas de tratamiento anunciadas, sólo la de Zacatepec funciona. La de Jojutla está terminada pero sin operar y sin red de tuberías que lleven hasta ella las descargas de aguas negras, y las de Xoxocotla y Tlaquiltenango, por lo menos este gobierno, ya no se construirán.
Ya de por sí, en otros municipios donde se edificaron plantas de tratamiento, los vecinos aseguran que no funcionan y sólo son “elefantes blancos”, por lo que esta percepción se extiende a los demás municipios en donde se sabe que se invirtieron millones de pesos y las obras no operan o lo hacen mal.
La planta de tratamiento de Jojutla se inició en el año 2008 y se terminó en 2012, lo que sugiere o mala planeación, mala administración o de plano malos manejos, porque costó arriba de los 12 millones de pesos.
En otro sentido, pero con la misma intención de mejorar el ambiente, está la disposición de basura. Este año, la CEAMA financió la construcción de un relleno sanitario en el municipio de Jojutla, con la intención de captar los desechos sólidos de cinco municipios: Zacatepec, Tlaquiltenango, Tlaltizapán, Puente de Ixtla y por supuesto Jojutla.
La obra está asentada en un predio ejidal de Jojutla, en el cerro de El Higuerón, no es propio. Fue cedido por el ejido, a cambio de que se le pagara una suerte de renta de 30 mil pesos mensuales por cada uno de los municipios participantes (150 mil en total).
El relleno, que costó más de ocho millones de pesos, ya está listo desde el año pasado, pero no ha empezado a funcionar, por varios problemas; el principal, que vecinos de El Higuerón y colonias aledañas se oponen, bajo el argumento de que más basura será más contaminación y más deterioro de las carreteras. Adicional a esto, dos municipios –Puente de Ixtla y Tlaltizapán– se salieron del proyecto, dejando al resto con el compromiso de pagar los 150 mil pesos a los ejidatarios –que no desean reducir el pago–.
Paralelamente, la CEAMA clausuró el tiradero a cielo abierto en Tlaquiltenango, que reiteradamente se incendiaba y causaba más daños al ambiente y también remedió y clausuró el de la colonia Benito Juárez de Zacatepec. Pero dejó a Tlaquiltenango sin lugar donde depositar los desechos y ahora éste creó otro basurero al aire libre, y a Zacatepec, se vio obligado a concederle permiso para seguir depositando su basura en el mismo tiradero, en tanto no haya un lugar adecuado para hacerlo.
En Tlaltizapán existía un tiradero controlado que también fue clausurado por el gobierno federal, lo que dejó a Tlaltizapán sin lugar para depositar su basura y también creó un “centro de transferencias”, lugar en el que depositan su basura al aire libre, antes de ser enviada al relleno sanitario de Cuautla.
Por su parte, Puente de Ixtla sueña con que se construya una planta tratadora de basura, pero el Congreso no se lo ha autorizado y mientras, tira sus desechos al aire libre en San José.
Y en Jojutla, el tiradero acumula hasta más del 100 por ciento de sus desechos y ya no tiene capacidad para recibir más. Irónicamente, el flamante relleno sanitario está a unos metros de ese lugar.
A punto de concluir la administración estatal, tantos millones invertidos no han reflejado menor contaminación. Algo falló en la política estatal que no estaba previsto. Por una parte, faltó sensibilización entre la población, sobre todo, después del fracaso de instalar un relleno sanitario en Tlaquiltenango, el trienio pasado. Pero por otra, también faltó sensibilidad en el gobierno, tanto estatal como municipal, que se dedicaron a invertir millones de pesos, sin saber cómo iban a operar.