“La cultura de la gente es uno de los obstáculos más grandes que hemos tenido como agencia de desarrollo rural, el cual implica un trabajo constante con cada una de las familias mediante un equipo técnico, el cual busca sensibilizarlos para poder llegar a esa etapa, donde el productor diga ‘sí quiero cambiar mi situación actual a una situación diferente’, pero ello depende de cada una de las familias”, apuntó.
Al hablar de localidades de alta marginación, prosiguió, a veces están muy bombardeadas de diferentes programas sociales, los cuales las han acostumbrado al paternalismo, por eso, ellos, como agencia de desarrollo rural, trabajan con el programa “Proyecto Estratégico de Seguridad Alimentaria” (PESA) donde se busca la participación de la gente.
“En otros programas, comúnmente les dan incentivo o les dan el apoyo (directo) y en ese momento, la familia se queda con el apoyo, pero al dar un seguimiento, pues se dan cuenta que a veces ya vendieron el proyecto, o ya hicieron mal uso del recurso y en el caso del programa PESA, la diferencia está en que hay un seguimiento, un seguimiento constante en cada una de las familias”.
Este paternalismo, prosiguió, se da principalmente en las localidades de alta marginación, que es donde ha habido diversos programas en donde únicamente les dan el apoyo pero no hay un seguimiento.
Reconoció que el programa PESA, sólo ha llegado hasta el momento hasta el 30 por ciento de la población de localidades de alta y muy alta marginación.
Comentó que de acuerdo con su experiencia, llevará tiempo cambiar la cultura de las familias campesinas. “Cada una de las localidades tienen en mayor o menor grado de ese chip, de esa forma de pensar, entonces, cada localidad tiene sus particularidades. Hay algunas que se han adaptado más a querer realizar un cambio en sus comunidades y hay otras en donde se resisten a hacer ese cambio. A veces, por la cuestión de las personas mayores, que están acostumbrados a un esquema tradicional, es todavía más complejo todavía el poder cambiar su forma de pensar”.
Otro hecho que destacaron es que la población joven está abandonando el campo. “Hemos encontrado que los jóvenes buscan otras oportunidades. Muchos migran a los Estados Unidos o a otros lugares, buscando mejores condiciones de vida. Aquí algo que se trabaja en el PESA, es sensibilizar de que el campo si da, pero hay que mejorarlo. Nosotros le llamamos buenas prácticas. Hay productores que han tenido buenos resultados y que ellos pueden o fungen como modelo para los otros y ver que el campo sí puede dar más o que si se pueden optimizar los procesos de producción”.
Estimó que al no aplicar técnicas y prácticas que mejoren la productividad, los campesinos pierden por lo menos el 20 por ciento de lo que pueden producir. “En productividad se puede crecer todavía, consideramos, un 20 por ciento más con respecto a los productores que ya tienen o están sensibilizados en su producción”.