En el pasado, el fedatario la cedía a un cercano, familiar o no. Por ello, los nuevos notarios son jóvenes. El último que recordamos fue beneficiado por su tarea pública por un gobernador, es el fallecido Luis Edgardo Gómez Pineda, lo cual nos lleva a creer que los cambios a la ley fueron en este sexenio. Por cierto, hay dos o cuatro a punto de la edad o ya la pasaron.
Nos acostumbramos que gobernadores habrían espacio para uno o dos notarios que salían de su gabinete ocuparan las plazas. Hubo un caso excepcional, el de Armando Sánchez Rosales, procurador en el último tramo del desastroso sexenio del tristemente célebre Armando León Bejarano Valadés, el que trajo consigo –y dejo para desgracia de los morelenses- mucha escoria, tanto política como informativa. Don Armando le dio su notaría a su tocayo, el del famoso tiplecito Sánchez Rosales, que todos lo sabían, era licenciado… en administración de empresas. Pero en un sexenio sin más ley que los abusos del chilango Bejarano, qué valía. Se iba a instalar –o lo hizo—en Las Plazas, en pleno centro de Cuernavaca.
Llega Lauro Ortega y lo quita, lo exhibe y de hecho Sánchez Rosales se pierde del firmamento morelense, igual que la mayoría de los bandoleros que trajo Bejarano, quedándose sólo los impunes hasta hoy. Eran los días que Lauro Ortega mantenía como “rehenes” al hijo de Bejarano, Armandito en la Secretaría de Finanzas y a Fernando Jiménez Cano en Obras Públicas (a pesar del intento de asesinato del colega Fernando Sánchez Farfán, que herido de gravedad con impactos en la espalda y el rostro, alcanzó con su automática a darle a “El Texano”, jefe de escoltas del funcionario. En 1981 fueron esos hechos. Le enviamos un fuerte abrazo a Sánchez Farfán que vaya si tiene tamaños. Sánchez Farfán era cuidado por amigos, periodistas algunos, porque en una sala cercana estaba su agresor, policía habilitado de escolta, y ambos heridos de gravedad. Así que era común que los policías de Bejarano se cruzaran con periodistas en los pasillos del nuevo edificio del IMSS).
Lo de “los rehenes” era porque algunos informadores recriminábamos a Lauro Ortega el por qué los ratificaba, si era evidente su condición de corruptos. En una invitación a gira por el interior de la entidad, el gobernador Ortega dijo al que escribe: “Están en calidad de detenidos… en funciones”, y soltó su habitual risa. Y agregó: “¿Cómo vamos a regresar lo que se robaron? ¡Teniéndolos detenidos!”. Y ahí los tuvo, seguramente les exprimieron parte, sobre todo al vástago Bejarano y prácticamente los echó cuando ordenó su salida. No hubo ni un gesto cordial más allá del “que le vaya bien Bejaranito”, forma en que trataba al orgullo de su antecesor.
De nuevo nos gana la anécdota, sin embargo el tema de los notarios y sus nuevas reglas legales, nos sirve de ejercicio para alimentar lo que más le gusta al que escribe: la crónica.
Una buena
Una buena para Morelos: Premio Nacional en Turismo, fue en Puerto Vallarta, Jalisco, donde el presidente Felipe Calderón le entregó el reconocimiento al mejor proyecto al gobernador Marco Adame Castillo por la Ruta de los Conventos. Labor de todos, en especial de Hugo Salgado Castañeda, que ha resultado un muy buen secretario del ramo. Es profesional, sin duda. Y Adame (al que en lo personal creemos que ha hecho más, mucho, de sus inmediatos antecesores en cuanto a obra pública y desarrollo social), ahí la lleva, transitando para su siguiente parada de su carrera política, seguramente en el CEN del PAN.
Morales Barud
Prestigio. Desprestigiados. Ciudadanos. Lastres. Estas palabras fueron constantemente usadas recientemente en una reunión entre unos cuantos por Jorge Morales Barud. No sabemos si era una autocrítica o lo dirigía a quienes tienen la base para que gane la elección. Algún día se los compartiremos. Mientras, se vale un análisis de sus condiciones. Tiene a favor varias, por cierto.
El costo de una vida
Conduciendo como loco en su Bora, el jovencito Roberto García Enciso rebasó imprudente otro auto y embistió, de frente, al taxi tripulado por otro joven, Benito Gómez Velázquez, que murió instantáneamente. Delito imprudencial, dice la ley. Acto abusivo, comenta la gente. Un millón 200 mil pesos, en facilidades. Eso costó la vida del joven taxista de 22 años. El día del hecho, García Enciso reía como si nada, según las crónicas informativas, pudo ser porque estaba en shock o porque sabía que lo iban a arreglar sus familiares. Fue en la avenida Palmira en el tramo que lleva del Colegio Hamilton al entronque con la autopista.
1 comentario
Hey
no sabemos donde comentar, que la inauguración de la feria de cuernavaca… Compartelo!