Cuando la Navidad está ya cerca buscamos siempre el pino perfecto que decorará nuestra casa durante las fiestas, el que huela más, el más alto, el más fuerte.
Siempre ha existido un debate respecto a qué tipo de árbol conviene comprar: natural o artificial. A pesar de que los artificiales se pueden usar muchas veces, para su elaboración se utilizan productos que contaminan el ambiente. Por otro lado, la mayoría de los pinos de Navidad que se pueden encontrar durante los últimos meses del año provienen de plantaciones de Xochimilco, Milpa Alta, Magdalena Contreras y el Estado de México, hechas especialmente para la temporada. Estos lugares se encuentran controlados; en la medida que cortan los pinos que ya son aptos para lucir los adornos navideños, también se va reforestando la zona para mantener la producción saludable sin causar un impacto negativo en el planeta y mantener vivos los pulmones de la ciudad y sus alrededores.
Si hemos optado por un pino artificial, no tenemos de qué preocuparnos, ya que podremos guardarlo para el siguiente año en nuestro armario, y lo ideal para compensar el impacto ambiental de su fabricación, es usarlo al menos por una década pero ¿qué hacemos si compramos uno natural? Lo más común es quemarlos o tirarlos a la basura, pero estas prácticas no son amigables con el medio ambiente… ¿entonces?
Bueno, pues si fuiste un consumidor responsable, lo más inteligente es que hayas comprado un pino con raíces que hayas podido tener en una maceta dentro de tu casa toda la temporada y que lo hayas cuidado lo suficiente como para darle una oportunidad de vida plantándolo ahora en enero.
Podemos replantar nuestro pino ya sea en nuestro jardín si disponemos de un buen espacio, o en algún parque, siempre y cuando las condiciones ambientales de donde habites lo permitan, ya que este tipo de árboles son de zonas frías y con humedad ambiental alta, por lo que, si nuestra zona no tiene ese clima, será más difícil que sobreviva, aunque no imposible. Para que nuestro pino pueda ser replantado debe ser fuerte y bien enraizado. Para comprobar que nuestro pino aún tenga oportunidad de vivir podemos raspar la corteza de alguna de sus ramas y ver si el interior está verde o seco; aunque haya perdido muchas de sus hojas puede seguir vivo. Si encontramos el interior seco, no podremos replantarlo. No olvidemos que, como cualquier planta, necesita de cuidados para vivir.
Si tu pino ya está seco, puede servir para fabricar composta y ayudar a crecer a árboles más jóvenes. Gracias a tu pino podrás fabricar tu propio abono para tu jardín. Si tampoco tienes espacio para hacer composta, o no sabes cómo hacerlo, otra alternativa es que lo lleves a un centro de acopio. En la Ciudad de México hay uno en cada alcaldía mínimo, y en algunas hay varios. Pregunta si en tu municipio hay algún programa de acopio también.
Lo que sí te digo es que, abandonarlos en la calle, con la esperanza de que algún camión se detenga para llevarlo al basurero, es una acción irresponsable, pues los desperdicios que dejamos en la vía pública siempre nos pasan factura en la época de lluvias. ¿O acaso pensamos que las inundaciones son castigos divinos? No… la realidad es que nos inundamos porque los drenajes terminan llenos de desechos que han sido echados a las calles.
En mi edificio los vecinos simplemente bajan al cuarto donde están los contenedores de basura y ahí los dejan… como si mágicamente fueran a desaparecer. Para mucha gente los problemas dejan de ser suyos cuando cruzan la puerta ya ni siquiera de su edificio, sino de su departamento. Lamentablemente, muchos de los árboles usados en Navidad terminan en basureros donde no pueden reutilizarse y tampoco pueden degradarse, pues se encuentran sobre cúmulos de basura, ocupando un valioso espacio en los rellenos sanitarios. Un dato sólo para que reflexiones… de los 800 mil árboles naturales vendidos en la CDMX en 2018, apenas 130 mil fueron llevados a centros de acopio… ¿dónde quedaron los demás?
Yo empecé mi 2020 siendo más responsable y el mío ya está sembrado en una jardinera en la esquina de la casa de mi mejor amiga. El de ella también ahí lo sembramos. Los cuidaremos y el reto es hacerlos sobrevivir para darle un poco de oxigeno a esta ciudad, que tanto lo necesita.