Hablo del Corredor Cultural Chapultepec, un proyecto que más que cultural debería llamarse comercial pues lo que se pretende es que a lo largo de toda la avenida Chapultepec, desde la Condesa y hasta la avenida Cuauhtémoc se construya un segundo piso peatonal lleno de tiendas, restaurantes y otros establecimientos.
Mucha polémica se ha desatado en torno a este proyecto, al que los vecinos hemos manifestado nuestro abierto rechazo. ¿Los motivos? en primer lugar, no ha existido transparencia ni información previa sobre las implicaciones, estudios de riesgo e impacto social y ambiental para los vecinos de la zona, pero también porque esto afectaría a quienes visitan la ciudad.
Estamos hablando de tres de las colonias más atractivas y turísticas de la ciudad, donde ya existe un desarrollo de ofertas gastronómicas, hoteleras y de servicios de alto nivel por tanto la pregunta es ¿para qué queremos más?
La Roma y la Condesa están ya saturadas de restaurantes, la vida de barrio ya se ha visto afectada por el tráfico, el ruido y la saturación de nuestros espacios públicos cada fin de semana. Del otro lado de la avenida Chapultepec, rumbo a Reforma, está la colonia Juárez, que si bien de Monterrey a Insurgentes alberga a la famosa Zona Rosa, aún conserva espacios muy relajados con aire de barrio tradicional capitalino, como la Plaza Washington, a unos pasos del Bazar Fusión, un exitoso espacio donde diseñadores y artistas emergentes encuentran un nicho de mercado ideal.
Actualmente, cualquiera que visite la Ciudad de México puede disfrutar caminando por las colonias Juárez, Condesa y Roma. Su arquitectura incluye tanto edificios modernos como verdaderas obras de arte de los siglos XIX y XX. Es la zona que tiene tal vez más parques de toda la ciudad y las noches en sus terrazas bebiendo un café o una cerveza son una delicia.
Nadie necesita un mall en esta zona. Tenemos a unos pasos Reforma 222 y hacia el sur tenemos Parque Delta y con eso es suficiente. Consumimos en las tiendas pequeñas de cada esquina, nos gusta nuestra vida de barrio cosmopolita. Justo nos diferenciamos de Polanco por ello, porque aquí nos gusta vivir nuestro barrio y la gentrificación nos lo está arrebatando.
La construcción o remodelación de edificios en los que ahora se venden departamentos a precios escandalosos ya nos ha afectado. Muchos nos resistimos a irnos, pero no estamos dispuestos a aceptar que la gentrificación avance a pasos agigantados con la construcción de un mall elevado que nos obligará a cruzar por un sinnúmero de bajopuentes donde por supuesto, habrá más y más comercios.
He viajado a muchas ciudades del mundo y justamente lo que las hace disfrutables es poder vivir el espacio público sin consumir. Disfrutar de un atardecer sentada en una banca a la orilla del río Sena, comer unas brochetas de vísceras en un puesto callejero en la favela de Santa Martha en Río de Janeiro, alimentar a las palomas tras haber comprado granos de maíz a los inmigrantes africanos que viven en Lisboa en la Plaza de Rossio, alquilar una bicicleta y recorrer en forma segura las calles de Amsterdam, son sólo algunas de las mejores experiencias que he tenido en ciudades donde no se ha privatizado el espacio público.
En París, si quiero ir de compras, pues voy a Les Halles, o a La Défense, o camino por Champs Elysées, si tengo mucho dinero (que no es mi caso) pues voy a las Galerías Lafayette. Pero a nadie se le ocurriría construir un segundo piso en el barrio latino ¿se lo imaginan? ¿Un montón de tiendas de diseñador oscureciendo por siempre el paisaje de uno de los barrios más tradicionales de París? ¡Sería una aberración! Pues en la Ciudad de México están a punto de imponernos algo tan absurdo como eso. Construir este mall elevado nos sumiría en la oscuridad y partiría, alejándolas, a tres colonias que hasta ahora se viven como una sola.
La Roma, la Condesa y la Juárez tienen una esencia, un alma que las hace especiales en medio del caos del tráfico y la locura de la megalópolis. No tienen ni la frialdad de Santa Fe ni el esnobismo wannabe de Polanco. Los lugareños lo sabemos, pero los turistas también y por eso vienen aquí.
La consulta ciudadana de hoy se hará porque los vecinos así lo exigimos, sobre todo por un movimiento encabezado por intelectuales y artistas que viven en la zona desde hace años, pero en ciudades del primer mundo, estas consultas son un derecho, y no una respuesta ante la inconformidad.
El gobierno de la Ciudad de México tenía la obligación de consultarnos antes de avanzar en las negociaciones donde está involucrado ni más ni menos que Fernando Romero, arquitecto yerno de Carlos Slim, y la constructora Garza Sada, propiedad de una de las familias más adineradas de Monterrey y que ha construido desarrollos famosos por desplazar a poblaciones enteras que han sido despojadas de su patrimonio ante la gentrificación y el desarrollo urbano salvaje.
La ambición y falta de visión de los gobernantes en su corto periodo de poder, puede afectar severamente el patrimonio cultural, social y ambiental de una ciudad tan importante como la capital mexicana. Por eso, hoy mi voto será en contra no sólo de ese mall disfrazado de corredor cultural, también en contra de la gentrificación y de que violen mi derecho genuino del disfrute de mi barrio, mi ciudad y el espacio público, igual que lo hago cuando camino por París, Lisboa, Milán, Río de Janeiro o Madrid.