“La insultante opulencia en América latina,
junto a una intolerable pobreza,
son balas cotidianas en contra
de la dignidad humana”.
Rafael Correa.
Todas las formas de gobierno tienen aciertos y errores. No existe uno solo que sea perfecto. Sin embargo, tienen que definirse muy bien sus funciones, sus objetivos, porque si estos no son claros, los gobernantes harán lo mejor que puedan, harán hasta lo imposible por obtener beneficios solo para ellos a costa del sufrimiento de los más desprotegidos.
Estas son mis conclusiones después de comparar los sistemas de los países en que he vivido. La República Popular China era un país rural. Recuerdo que sus calles eran como de pueblo. No había drenaje y se veían carretas tiradas por caballos en las calles de Beijing con contenedores para sacar los desechos de las fosas sépticas. Los olores en las calles no eran muy agradables que digamos. Había mucha gente en las calles manejando bicicletas y los automóviles parecían sacados de las películas en blanco y negro que veíamos con mis padres en la tele cuando era un niño. Era un viaje al pasado. La vida era simple. Muy sencilla. A las siete de la mañana, los patios de escuelas y parques se veían a adultos y adultos mayores haciendo el ejercicio tradicional chino: Tai Chi. Las series de televisión siempre tenían un mensaje claro: el valor de la importancia de la comunidad frente al interés personal. Era el año de mil novecientos ochenta y uno. Yo tenía veinte años. Me llevé muchas sorpresas a mi llegada. Veía mujeres albañiles, mujeres conductoras de autobuses. Los chinos vivían en igualdad de circunstancias. Se llamaban a ellos mismos un Jian Guo, un país en construcción. Al paso de los años, confirmo su dicho. Han logrado un avance radical en muchos ámbitos. China ya no es lo que era. Tienen muchas ventajas, en muchos casos, mejor calidad de vida. Había muchas cosas que me gustaban de su forma de gobierno. Su “comunismo” era muy diferente al de Corea del Norte. En ese país había un culto a la personalidad terrible. Todos mis compañeros de la escuela de ese país, se llamaban “Kim” como el líder de ese entonces Kim Il-Sung. Cuando veía sus libros, notaba las fotografías de las plazas y parques. Y en todas ellas siempre había o un mural o una estatua de Kim Il-Sung. Había, y sigue habiendo un gran culto a la personalidad, así como una cerrazón política terrible. Dos países “comunistas” pero con formas diferentes de gobierno.
En Bélgica viví también un buen rato y ahí me di cuenta de la forma de vivir de sus ciudadanos. Aprendí lo que era el chomage (no encontré en mi compu el acento circunflejo) y su tratamiento. El chomage o desempleo tiene varias formas de tratarse. Si se es un joven que recién ha terminado sus estudios, tienes derecho a percibir un salario mientras encuentras trabajo. Si eres trabajador por temporadas. Por ejemplo, un gran amigo mío, tenor, cantante de L’opera National en Bruselas “La Monnaie”, cantaba durante la temporada de ese género, después que terminaba, se presentaba al Chomage y le seguían pagando. Con ese dinero él vivía y además tomaba clases de canto para seguir preparándose. Los ciudadanos de Bélgica, me explicaba, tienen garantizadas cinco cosas desde que nacen, en su país: salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Lo primero que pensé es lo que sucedería en México si me quedara sin trabajo. Sentiría una angustia terrible. Me pondría a buscar trabajo inmediatamente porque ¿Quién mantendría a mi familia? ¿Cómo alimentaría a mis hijos? ¿Y la renta?
Eso se quedó grabado en mi corazón y en mi mente de una manera indeleble. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Estos conceptos siguen retumbando en mis oídos y en mi corazón desde entonces. Nada de eso está claro todavía en mi México. Nuestro México. Y tenemos todo para lograrlo. Sobre todo si consideramos nuestra posición geoestratégica.
Estoy seguro que se han hecho intentos, Y se han logrado cambios. Pero en la mayoría de los casos, sólo algunos cuantos se han enriquecido y la corrupción e impunidad se han establecido en nuestro país de manera rampante. Hoy nos encontramos ante un nuevo paradigma. Nuevas formas de gobernanza deben llegar, que consideren estos cinco elementos primordiales para una sana convivencia en comunidad. Nuevas políticas públicas se deberán de implementar para su obtención. No esperamos menos de estos nuevos gobiernos. Mientras tanto, yo seguiré luchando desde mi trinchera por una mejor sociedad. Espero tu compañía y participación. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda…