“La mala noticia es que el tiempo vuela.
La buena noticia es que eres el piloto.”.
-Michael Altshuler-
El tiempo pasa y con él, la vida misma. Las actividades, la familia y los hijos, el trabajo, las amistades. Nada es igual. Todo es dinámico porque lo único que no cambia es que todo cambia. Como decía mi querido Dr. Francisco Lozano allá en China. La vida, mientras la vamos viviendo tiene diferentes ángulos, diferentes perspectivas.
De joven, cada fin de año leía y releía un escrito que había encontrado en los años 80 en un misal. Decía que lo leyeras el último día del año. Era una historia de redención, pidiendo perdón por todos los errores cometidos durante todo el año. Era el libro escrito en todo ese periodo que se ponía a disposición de Dios, agradeciendo también por lo logrado. Asimismo, decía que esta última noche del año, Dios te regalaba un nuevo libro con todas sus páginas en blanco para que escribieras una nueva historia. Podrías escribir cosas buenas o cosas malas. Según tu decisión.
Me gusta pensar así. Se cierra un ciclo y comienza uno nuevo. Me puedo arrepentir de lo que hice durante este año que termina. Pero comienza una nueva aventura. ¿Cómo quiero escribir esta nueva historia? Sigo teniendo muchos sueños para realizar y para compartir.
He vivido experiencias increíbles. Ahora vienen nuevas. Entre ellas, mis hijos han crecido. Toman sus propias decisiones. Este año terminan sus carreras universitarias. Tal vez, algún día se marchen de la casa o decidan casarse. Y en ese momento vendrán nuevas decisiones, cambios, valoraciones. También la muerte ha rondado mi huerto. Justo el día de mi cumpleaños se me adelantó alguien que, afortunadamente vivió al máximo. Pero que era muy joven y muy querido por mí. Era como mi hijo. Y el 24 de diciembre, alguien muy cercana a mí, partió a la eternidad. ¿Qué sentimientos tendré en esas fechas el próximo año?
Por primera vez en mi vida quisiera que se detuviera el tiempo. No me queda clara la razón. Quizá ahora comienzo a sentir que el tiempo se acaba. Cada año que pasa es un tiempo menos para mí en la tierra. Antes no lo sentía así. Cada año acaecido me fortalecía más. No quiero decir que me sienta débil ahora ¿O sí? Tal vez sea la nostalgia de todo lo que he vivido. Quizá sea la nostalgia del futuro.
Y, sin embargo, sé que el tiempo no se detiene. Aunque quisiera que así fuera, es imposible. Y me regreso a lo que decía, aunque suene contradictorio: Se cierra un ciclo y comienza uno nuevo. La noche del 31 recibiré mi nuevo libro con 365 páginas en blanco. Ese día, me voy a vestir de alegría, llenaré los bolsillos del corazón de mucho amor. Amor del bueno, mi espíritu se alimentará de esperanza y colgaré en casa la bandera del optimismo y la concordia para que nos vaya bien a todos en esta casa nuestra que se llama estado de Morelos. Pero también ofrezco una disculpa temprana. Soy humano. Y muchas veces, aunque no quiera, sufro, me enojo, lloro, contradigo a mi optimismo cuando las cosas no salen como quiero. Sigo sin entender porque tiene que haber sufrimiento, maldad, violencia, falta de empleo, hambre, bribones sin alma que nos traicionan y nos venden al mejor postor.
Pero, a pesar de eso, pongo mi optimismo, mi fe y mi esperanza por delante. Perdono de corazón y, olvido para siempre, todo disgusto, agravio, deuda, desamor, irritabilidad, agresión, traición, maledicencia y odio que me haya causado cualquier persona, situación o cosa. Así como también pido perdón a quien yo le haya causado daño.
Y si tienes rituales de fin de año, no olvides realizarlos. Tal vez no funcionen en absoluto, pero si los haces con el corazón, seguro algo funcionará. En algunos pueblos de Italia se sigue manteniendo una curiosa y milenaria tradición que es la de arrojar algunos muebles por la ventana. Esta costumbre se fundamenta en que creen que, al arrojar objetos como platos, vasos o muebles en desuso, se liberan de todo lo malo que les pudo suceder en el año que termina.
En mi caso personal, y como cada año, daré gracias al creador por permitirme terminar el año trabajando y tratando, aunque no siempre lo consiga, de dar lo mejor de mí mismo a mis semejantes.
¿Cómo vas a empezar a escribir tu nuevo libro en blanco? Espero que escribas, en sus páginas y en tu corazón, que cada día es el mejor del año.
¡Feliz y venturoso 2020!