"La verdadera paz no es simplemente
la ausencia de tensión, es la presencia de justicia".
Anónimo
La justicia, en términos generales, se puede definir como dar a cada uno lo que le corresponde. También puede ser el ser equitativo. Pero, así como es el ser humano, es difícil ser verdaderamente equitativo. Hay una historia que pongo a tu consideración, en la que podemos observar que, ser justo e impartir justicia, no es tan fácil:
En un pequeño pueblo llamado Villa Armonía, vivía Don Salvador, un anciano conocido por su gran sabiduría y sentido de la justicia. En el centro del pueblo había una fuente con una balanza que Don Salvador usaba para resolver disputas, las cuales son comunes entre los seres humanos. El conflicto lo traen desde que nacen, decían. La balanza, según decían los habitantes, era mágica, puesto que siempre inclinaba sus platillos hacia el lado de la verdad y la equidad.
Un día, dos vecinos, Ana y Roberto, fueron a visitar a Don Salvador por una disputa. Ambos reclamaban la propiedad de un anillo de oro encontrado en el campo. Roberto decía que el anillo era una herencia familiar que había perdido, mientras que Ana aseguraba haberlo encontrado mientras trabajaba en sus tierras.
Don Salvador, escuchando a ambos con atención, les pidió que colocaran en un platillo de la balanza algo que representara la verdad de su argumento. Roberto colocó una carta antigua con el sello de su familia que describía el anillo, mientras que Ana puso una flor, diciendo que había encontrado el anillo mientras cuidaba su jardín.
La balanza quedó inmóvil, lo que indicaba que ambos tenían razón, en parte. Don Salvador concluyó que el anillo pertenecía a Roberto, y, por tanto, le tenía que ser devuelto. Pero también pensó que Ana debía ser compensada por haberlo encontrado. "La justicia no es simplemente dar a cada uno lo suyo, sino también reconocer el esfuerzo y el mérito de cada persona", explicó Don Salvador.
Ese día el pueblo aprendió una gran lección: la justicia no se trata sólo de resolver conflictos, sino de construir relaciones basadas en el respeto, la empatía y la verdad. Desde entonces, la balanza de Don Salvador no solo resolvía disputas, sino que se convirtió en símbolo de una comunidad más unida y equitativa.
La historia tiene una moraleja, y ojalá tuviéramos una balanza mágica. Sin embargo, considero que, aunque no la tengamos, podemos basarnos en lo expresado por grandes pensadores a través de la historia del tiempo y las diversas culturas.
La justicia es el principio ético y social que busca garantizar el respeto, la equidad y el bienestar colectivo. Es una construcción moral, y aquí vale la pena analizar esos conceptos diversos, que varían según las culturas, las leyes y los contextos históricos, pero en esencia, representa el ideal de dar a cada quien lo que le corresponde, promoviendo la armonía en las relaciones humanas.
Desde la filosofía clásica hasta los debates contemporáneos, la justicia ha sido entendida como un valor que equilibra los derechos y las responsabilidades. Aristóteles afirmaba que "la justicia es dar a cada uno lo suyo", definiéndola como una virtud fundamental que regula todas las demás. Por otro lado, Platón, en La República, señaló que una sociedad justa es aquella en la que cada individuo cumple su función, en equilibrio con las necesidades del conjunto.
Hay también algunos Pensadores modernos como Immanuel Kant que también reflexionaron sobre la justicia, vinculándola con la libertad y la dignidad humana. Kant afirmó que una sociedad justa debe respetar los derechos universales de cada individuo, permitiendo que cada uno actúe de acuerdo con sus principios, siempre y cuando no interfiera con la libertad de los demás. Y es, justo esta última reflexión, la que nos puede dar más luz. Debemos respetar la individualidad de los demás. Cada persona tiene el derecho a la libre determinación para conducir su vida como prefiera, siempre y cuando no altere ni la libertad de los demás ni el bien común.
Y ya enfocándonos en la educación en valores, podemos afirmar que la educación es un vehículo poderoso para sembrar los principios de la justicia en las nuevas generaciones. Desde los primeros años, se debe enseñar a los niños a ser justos, lo cual implica inculcarles el respeto por los demás, la empatía y la capacidad de tomar decisiones que beneficien no sólo a sus propios intereses, sino también al bienestar común.
Una educación con valores fomenta habilidades como la reflexión crítica, el respeto por la diversidad y la resolución pacífica de conflictos, todas ellas fundamentales para la construcción de una sociedad justa. María Montessori, pedagoga italiana, defendía que los niños son naturalmente justos si se les educa en un entorno que respete su libertad y fomente la responsabilidad. Es tiempo de comenzar un nuevo paradigma.