"La única manera de traer paz al mundo
es aprendiendo a hacer felices a los demás".
Dalai Lama
Al momento de escribir este artículo, es 5 de enero, recuerdo mi niñez y la emoción de recibir por la noche la visita de los Reyes Magos. Eran tiempos en los que, de verdad, creía en el amor, en la paz y en la buena convivencia, a pesar de vivir dentro de un entorno de violencia familiar.
Como lo he comentado en artículos anteriores, cuando somos pequeños, algo en nuestro ser oculta la violencia y los malos momentos los transforma, o prefiere ocultarlos para recordar sólo los buenos momentos.
Después de tantos años de vida, 63 para ser exactos, y de tener experiencias diversas no sólo en mi país, sino en otros países y con otras culturas, como la manifestación que hicimos los estudiantes extranjeros en China en 1982 frente a la embajada de Estados Unidos por su intervención en el conflicto de Israel contra Palestina, me sigo preguntando si es posible encontrar la paz. Y mi conclusión es que siempre habrá una lucha entre el bien y el mal. Pero de nosotros depende que haya más paz. La violencia coexiste con el bien, pero es importante desarrollar estrategias, implementar políticas públicas adecuadas para la sana convivencia y el buen vivir.
El inicio de un nuevo año nos invita a reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que tenemos para construir un mundo más pacífico. A lo largo de las décadas, hemos sido testigos de conflictos que parecen no tener fin, como el enfrentamiento entre Israel y Palestina que he mencionado anteriormente. Estos conflictos, profundamente arraigados en cuestiones históricas, culturales y políticas, nos recuerdan que la paz no es simplemente la ausencia de conflictos, sino la capacidad de gestionarlos de manera constructiva.
En el corazón de la cultura de paz se encuentra la mediación, una herramienta poderosa para resolver conflictos de manera pacífica. En un mundo donde las tensiones internacionales, sociales y familiares parecen estar a la orden del día, la mediación se presenta como un puente que conecta a las partes enfrentadas. Este proceso no solo busca acuerdos, sino también fomentar el entendimiento mutuo y la empatía. Pero este proceso no llega solo. Lo tenemos que aprender. Lo tenemos que enseñar a las nuevas generaciones.
Para los mediadores como un servidor, el principal reto es abordar las diferencias desde un enfoque centrado en los intereses comunes, dejando de lado las posiciones fijas. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de promover espacios de diálogo, donde las personas puedan expresar sus preocupaciones y necesidades sin miedo a ser juzgadas o ignoradas.
El conflicto entre Israel y Palestina es un ejemplo doloroso de lo que ocurre cuando las diferencias no se gestionan adecuadamente. Este enfrentamiento, que ha persistido por décadas, nos muestra la importancia de invertir en educación para la paz y en estrategias que promuevan la reconciliación.
En un nivel global, también enfrentamos retos como el cambio climático, las desigualdades sociales y las tensiones políticas que exacerban los conflictos. Sin embargo, cada uno de nosotros puede contribuir a la paz desde su ámbito personal y comunitario.
Y esta noche de Reyes espero los siguientes regalos para tener una mejor manera de vivir:
Escucha activa: Escuchar sin interrumpir ni juzgar permite comprender el punto de vista de los demás y evita malentendidos.
Fomento del respeto y la empatía: Reconocer la dignidad de cada persona, incluso en el desacuerdo, es clave para construir relaciones saludables.
Búsqueda de soluciones creativas: En lugar de centrarse en quién tiene razón, enfócate en cómo resolver el problema de manera que beneficie a todos.
Inversión en educación para la paz: Participar en talleres, leer libros y compartir conocimientos sobre resolución de conflictos fortalece nuestras habilidades para gestionar las diferencias.
Cultivo de la paz interior: La meditación, el autocuidado y la reflexión personal son esenciales para mantener la calma y actuar con sabiduría.
Seguiré buscando lo que alguna vez, Jimi Hendrix expresó: “Cuando el poder del amor supere el amor al poder, el mundo conocerá la paz.”
Hagamos un compromiso personal y colectivo para construir un mundo más pacífico. La mediación, el diálogo y la empatía son herramientas que todos podemos usar para resolver conflictos y fortalecer nuestros lazos como humanidad. Recordemos que la paz comienza en nuestro interior y se expande hacia nuestras comunidades, creando un impacto global. ¡Que este año sea una oportunidad para ser artesanos de la paz en cada aspecto de nuestras vidas!