Las circunstancias actuales hacen difícil pensar que los lamentables hechos de Monterrey -donde un alumno llevó un arma a su salón de clases con la que disparó a sus compañeros y a la maestra y después se suicidó- no volverán a repetirse.
Simplemente el país vive desde hace demasiados años una situación de guerra que hizo entrar a niños y jóvenes en la cotidianidad de la violencia y las armas de fuego.
Por eso, todas las previsiones que se adopten no están de más si con ellas se logra evitar una nueva tragedia.