La reciente experiencia con los segundos hace temer lo peor, pues la actitud intransigente de ese gremio no tiene coherencia con la época de penurias financieras que vive la institución, al igual que casi todo el resto del país.
Si partimos del hecho de que la universidad no es una empresa y de que su fin primordial está encaminada a producir nuevos profesionistas que resuelvan los problemas de México, entenderemos que paralizar labores está lejos de se runa solución y además es una postura que dañará -otra vez- los procesos de formación estudiantil, por lo que no queda más que hacer un exhorto a tomar la decisión más racional posible y acorde a los intereses colectivos.