Desde hace lustros ha habido llamados a sustituirla por otra, pero en vista de la forma en que se gestó la primer Constitución para la Ciudad de México, es difícil que la opinión de la mayoría de la población se vea reflejada en sus textos, por el secuestro de las instituciones a menos de los partidos políticos.
La respuesta ciudadana de los últimos meses ante conflictos extremos ha estado cada vez más cargada de belicosidad, pero no es con violencia como podemos salir adelante, máxime ahora en que la amenaza exterior está presente de forma constante.
Por lo menos, la cercana conmemoración del primer centenario de nuestra Carta Magna debe servir al menos para reflexionar sobre la importancia de la participación social y de como la pasividad permitió que las drásticas modificaciones de los últimos años pudieran prosperar pese a ir en contra del interés colectivo.