Las cifras de desnutrición y obesidad entre estudiantes de educación básica así lo confirma y habla de la necesidad de reforzar la tarea conjunta de proveer a las nuevas generaciones de mejores hábitos pero también de los recursos y la infraestructura que se requiere.
Pero eso también habla de la crueldad que implica el abandono de la tarea de supervisión que tiene la Cofepris en lo que se refiere a la calidad de la alimentación que se da en las escuelas públicas.
En un momento tan necesario, una excusa burocrática no justifica el tamaño del daño que se causa a las nuevas generaciones.