El reconocimiento de que los transportistas que prestan servicio colectivo han visto reducido sus ingresos por la caída de pasajeros no es más que el funcionamiento lógico de la ley de la oferta y la demanda.
Un servicio que ya era caro y se volvió aún más hizo que le brotara competencia.
Los taxis que funcionan como colectivos son ilegales pero los usuarios los ven como una alternativa real, ya que puede ser el mismo precio o más barato pero un menor tiempo de recorrido, por lo que su uso resulta –bajo el actual esquema de precios- redituable para los pasajeros.
El servicio colectivo oficial tiene un elevado proteccionismo de las autoridades, que no les obligan a cumplir con sus obligaciones legales y les ayudan a mantener tarifas altas, pero todo tiene un techo y todo indica que es hora de reajustar las tarifas, pero a la baja, si quieren mantener su elevada rentabilidad.