No resultará extraño que la propuesta para cancelar el subsidio oficial a los partidos políticos duerma el sueño de los justos en alguna comisión del Congreso local.
Pero quizá sí suene extraño que esa medida no sería lo mejor para este país, pues los partidos políticos quedarían en manos de quienes los financiasen.
Como organismos de interés público, los partidos políticos requieren de subsidio gubernamental, pero no en la proporción actual ni bajo las reglas vigentes.
Como los partidos con representación legislativa hacen las reglas, es difícil esperar una modificación a favor de la sociedad.
Sin embargo, el actual modelo político desde hace años ha dado muestras de agotamiento. Una medida que disminuya el presupuesto que se les otorga y les imponga nuevas condiciones que frenen los excesos que tanto padece la población aportarían una nueva relación con los ciudadanos, que hoy están distanciados.