Que miles de personas de todas las edades hayan caminado doce kilómetros habla de la convicción de su reclamo de que la Universidad Autónoma del Estado de Morelos sea rescatada de la dura situación financiera que enfrenta y que la ha dejado sin capacidad para seguir funcionando.
Además de las clases, están en riesgo las labores científicas y el cumplimiento de las certificaciones que tanto prestigio han dado a la máxima casa de estudios.
Para complicar las cosas, los edificios destruidos por el sismo siguen en un inacabado proceso de reconstrucción y no son utilizables.
No es nada envidiable esa situación, pero sí lo es la unidad mostrada por la comunidad universitaria, que hizo de una convocatoria que podría quedar en intrascendente una fecha para ser recordada por quienes son parte de una institución catalogada entre las mejores del país.