Conforme transcurre el tiempo, los efectos irreversibles que puede tener la huelga en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos se acercan y amenazan con frustrar el desarrollo profesional de miles de jóvenes, no sólo aquellos que están por egresar sino todos los que dependen de las becas que las certificaciones logradas por la universidad les han conseguido y también aquellos cuya educación requiere el uso de los llamados ”campos clínicos”, las plazas en instituciones públicas de salud donde perfecciona el aprendizaje de las aulas.
Las autoridades federales han hecho oídos sordos a los reclamos de la institución y ha terminado por arrinconar a toda la comunidad universitaria: los trabajadores de todas las ramas tienen mes y medio sin salario y los estudiantes tres semanas sin clases, pero los prestadores de servicio ligados al flujo de las unidades académicas y los transportistas son también víctimas de esa situación que no tiene fecha de solución.