La crisis financiera que padece la Universidad Autónoma del Estado de Morelos se expresa en muchas formas, pero la más visible tiene que ver con la posibilidad de los jóvenes de acceder a estudios superiores.
En este caso, a pesar de la previsible demanda, la universidad no podrá incrementar sus espacios porque carece de recursos incluso para operar hasta finales de año.
Los pasivos estructurales que enfrenta deben solucionarse antes de retomar la senda del crecimiento para ejercer su actividad principal, que es la de transmitir conocimiento y formar a las nuevas generaciones de profesionistas.
Un escenario tan simple es el que no parece entender el sindicato de trabajadores administrativos de la institución, empeñado en tratar al patrón como si estuviera en época de bonanza, cuando en realidad apenas sobrevive pero los empleos y salarios se mantienen.
Es necesario enfrentar la realidad y ayudar a que la universidad cumpla con su tarea básica. Todo lo demás resulta secundario.