Ante la imposibilidad de incrementar los impuestos y derechos que cobran, los Ayuntamientos morelenses deberán enfrentar la realidad y proceder a ajustarse a verdaderos programa de austeridad que incluyan un ajuste de los ingresos de quienes integran los cabildos.
El municipio ha sido en los últimos años (los últimos ochenta, cuando menos) un fin en sí mismo para la política y no el instrumento más cercano para buscar el bienestar de la ciudadanía.
Aunque la crisis actual tiene su origen en administraciones anteriores, es el momento de aceptar la necesidad de emprender reformas verdaderas y no simples paliativos.
La otra opción es castigar de nuevo a la ciudadanía, pero las elecciones se acercan demasiado rápido y con ellas el posible castigo para quienes aspiran a seguir conectados al presupuesto.