El problema del agua potable que padece la mayor parte de las comunidades morelenses tiene su origen en múltiples factores, pero han servido para politizar el tema aunque sin dar soluciones reales.
Derivado de la escasez o la ausencia total del líquido diversos grupos sociales se han movilizado con o sin justificación, con lo que han terminado por agravar los conflictos.
La sequía y el consiguiente descenso de los mantos freáticos será a partir de ahora la principal causa de que falle el servicio, por lo que intentar afectar a terceros por ese motivo se antoja ruín, sobre todo porque esas afectaciones por lo general se expresan con la limitación del derecho al libre tránsito.
Confiemos en que el civismo prevalezca sobre el cinismo y los días que quedan para la temporada de calor (quizá demasiados) y para el fin de las campañas políticas no queden marcados por el abanderamiento del agua como pretexto para dañar a los demás.