La llegada de la pandemia y la necesidad de usar bolsas de plástico lo mismo para protegerse del virus que para aislar desechos infecciosos hizo que se perdiera la conciencia de lo dañino que resulta la utilización de plásticos de un solo uso.
Pero finalmente estamos a menos de un mes de que entre en vigor la ley que prohíbe totalmente ese tipo de artículos y que obliga a su sustitución por materiales biodegradables.
El comercio en pequeño, lo mismo formal que informal, se ha mantenido atado al uso de todo tipo de recipientes de materiales plásticos, por su practicidad y por su bajo costo, por lo que habrá que ver la voluntad que demuestran para usar otros métodos para despachar su mercancía.
De no hacerlo, los municipios pueden aplicarles cuantiosas multas, a no ser que la complicidad de los ayuntamientos hagan ineficaz la normatividad, a pesar de todas las esperanzas que en ella han depositado los ecologistas.