La delimitación de los distritos electorales federales y locales tiene un fuerte impacto no solo en los procesos electorales sino en las políticas públicas.
Las dos últimas redistritaciones crearon entes poco habituales, espacios políticos formados por secciones normalmente no comunicadas que crearon otra realidad en la representación política, como en el caso del vigésimo primer distrito local, que comprende cuatro municipios de dos regiones de la entidad diferentes e incluso con comunicaciones físicas muy precarias entre sí.
Los primeros avances del proceso para adecuar cada distrito a los márgenes de población que debe ser representada indican que no se verán cambios drásticos, lo que en sí puede ser un avance.
Sin embargo, se requiere del involucramiento de todos los sectores de la sociedad para procesos como el descrito, porque la abstención de los grupos organizados provoca realidades que deben enfrentarse sin muchas opciones.