Aunque será hasta el 2024 cuando se realicen las elecciones generales para renovar el Poder Ejecutivo, el Legislativo local y federal y las alcaldías, el clima preelectoral se siente cada vez con mayor fuerza en forma de conflictos locales de toda índole.
En una parte de esos conflictos son muy visibles las manos que mueven los hilos mientras en otras son especulaciones, pero en todos los casos son motivos de agitación que amenazan la convivencia.
Los diversos grupos políticos que se consideran aptos para llegar al poder o para conservarlo no se detienen a la hora de promover o participar en el juego sucio.
Todo eso sin contar con las acciones electoreras que se realizan a la vista de todos desde el Congreso local.
Mientras tanto, los ciudadanos siguen relegados al papel de simples observadores, porque los políticos olvidaron que esos observadores no deciden el sentido de su voto en el momento en el que acuden a las urnas, sino con la debida anticipación, cuando toman notas de todos los agravios que reciben de los partidos y sus militantes