La comisión que debe atender a las víctimas de la violencia ha servido desde su creación como agencia de empleos bien pagados, pero no ha cumplido su tarea primordial en una entidad donde el crimen ha dejado una larga estela de viudas y huérfanos que requieren ayuda.
Esa ayuda parece que no llegará nunca, sobre todo porque los gastos de operación del organismo consumen una parte importante del presupuesto.
No es una sorpresa que sean miles las solicitudes de reparación del daño que se presentan ante el organismo, pero sí lo es la resolución a cuentagotas de los mismos.
Si lo que se requiere es optimizar los mecanismos burocráticos o mejorar los procedimientos actuales, tampoco se ha hecho, lo que es o se parece mucho a una revictimización de quienes ya cargan de por sí con un enorme sufrimiento.