Las altas temperaturas que comienza a sufrir la entidad han puesto en alerta a las autoridades sanitarias, pues una parte de la población -sobre todo niños y ancianos- enfrenta enormes riesgos.
Sin embargo, el aumento de temperaturas no es algo inesperado, sino cada vez más propio de todo el año debido al cambio climático provocado por la deforestación de las zonas naturales y el urbanismo desbocado de las décadas anteriores.
A estas alturas deberíamos estar más preparados, pero factores estructurales -como los problemas con el abasto de agua potable en muchas comunidades de la entidad- hacen que los riesgos sanitarios aumenten.
Y la llegada del calor incrementará la disputa por el agua en aquellas comunidades que no disponen de suficientes caudales, lo que puede desembocar en conflictos sociales.
Todo eso expone con claridad que las autoridades deben actuar con más sentido del futuro y con unidad territorial para hacer frente a retos que de manera aislada no pueden atenderse.