La multa que el Tribunal Electoral del Estado de Morelos ha impuesto a los diputados del Congreso local que han caído en desacato más de una vez es personal, lo que implica que en teoría debe ser pagada con el dinero de cada responsable.
Sin embargo, la opacidad con la que se manejan los cientos de millones de pesos del presupuesto del Poder Legislativo hace pensar que las crecientes fortunas de los diputados seguirán intocadas.
La fórmula que han encontrado los pocos diputados que controlan el Congreso y los cómplices que les permiten completar sus 15 votos les parece perfecta, pero cada vez dejan más huellas del desaseo en el que incurren un día sí y otro también.
Eso significa que crece el riesgo que enfrentan de terminar procesados por sus sucesores, como le ha pasado a más de uno. Así es que lo más conveniente para la sociedad parece ser dejarlos engolosinarse, que se sientan satisfechos de sus actos y se revuelquen en el lodo de su corrupción, para que se equivoquen más y en poco más de un año sufran las consecuencias de haber creado de manera tan intencional la peor Legislatura en la Historia del estado de Morelos.