La ola de calor que abraza la entidad se ha convertido en otro factor de riesgo para la salud de los morelenses más desprotegidos, debido a que se requieren de recursos para disponer de la protección mínima ante el embate de la naturaleza y a que en la mayor parte de la entidad las viviendas no están lo suficientemente preparadas para hacer frente a una situación así.
Es aquí donde entran en escena las autoridades municipales, que por su propia naturaleza son las más cercanas a la población.
Proveer de agua potable suficiente debe ser la primera tarea, pero también comienza a ser una verdadera necesidad disponer de lugares para que quienes carecen de recursos puedan disponer de sitios frescos para cuidar su salud. El urbanismo que se aplica en la entidad no ha previsto el clima que ahora tenemos y ha hecho de los árboles sus principales víctimas, cuando los árboles producen una enorme bajada de temperatura en su entorno.
Pero ahora sembrar árboles no es suficiente, hay que planear las ciudades con la nueva realidad, para que aquellos en condiciones precarias no vean sus vidas en riesgo.