La Universidad Autónoma del estado de Morelos ha vivido largos años de penalidades debido a un déficit estructural producto de su acelerado crecimiento en el sexenio anterior, que no estuvo acompañado de la dotación presupuestal necesaria para atender a más de 40 mil alumnos, el doble de los que por varios años alojó.
No solo los trabajadores han padecido el problema financiero, especialmente al final del año, cuando el presupuesto se agota y no alcanza en ocasiones ni para el pago de las quincenas regulares.
Cada año desde hace al menos seis ha sido necesario rogar -de forma literal- al gobierno de la república a fin de que conceda recursos extraordinarios para pagar las prestaciones de fin de año al personal.
Pero si se concreta la propuesta de que el Congreso apruebe otorgar el 3.5 del presupuesto total de Morelos a la máxima casa de estudios, la pesadilla recurrente del déficit estructural habrá quedado atrás, quizá de manera precaria, pero permanente, sin que sea necesario invertir largas jornadas en negociaciones que al siguiente año deben repetirse.