La Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF) fue desmantelada por quienes encabezan el G-15 y su titular perseguida y vilipendiada solo por mantener una postura de neutralidad respecto a los diputados que controlan el Congreso local, que la sustituyeron por un encargado de despacho, José Blas Cuevas Díaz, cuya labor ha sido detener la labor de ese organismo.
La Junta Política y de Gobierno, pese a su importancia, también dejó de operar por los mismos motivos. El sistema estatal anticorrupción ya no funciona -y no por casualidad- por la misma causa.
Qué decir de numerosos programas de gobierno que quedaron parados porque el Congreso no aprueba las transferencias presupuestales necesarias.
Parece que no se requiere de mucha elocuencia para mostrar porque Morelos tiene a la peor Legislatura de su historia, que aunque ha entrado a su última fase, aún puede hacer mucho daño y de hecho se prepara para hacerlo.